Una misión fundamental como embajadora en Estados Unidos es comunicar que el bienestar de dicho país no se entiende sin México y los mexicanos, y que nuestra integración económica y social demuestra que juntos somos más prósperos.
Esta obvia realidad aún pasa desapercibida para gran número de actores políticos y ciudadanos estadounidenses, a pesar de que su economía depende de México para permanecer competitiva a nivel mundial, y de que 36 millones de personas de origen mexicano forman parte activa de la sociedad estadounidense y contribuyen a la misma en innumerables campos.
Ante un contexto global de incertidumbre y guerra comercial, a lo largo de 2019 expuse los beneficios de nuestra integración comercial en sectores económicos y sociales y, en coordinación con la red de Consulados y la Secretaría de Relaciones Exteriores, enfaticé la contribución de los migrantes mexicanos.
Hay hechos incontestables que legitiman y dan fuerza a nuestros mensajes a todos los niveles. Por eso, al promover la importancia de mantener nuestro libre comercio regional, reiteré que en 2019 México se convirtió en el primer socio comercial de Estados Unidos, y que el trabajo de 5 millones de estadounidenses depende del comercio con nuestro país.
En mi primer año como embajadora, me entrevisté con 131 representantes de 39 estados, y 38 senadores de 30 estados del Congreso de Estados Unidos. Les proporcioné datos del comercio de su distrito y/o estado con México, así como de la contribución de los mexicanos a los mismos. No todos los congresistas sabían, por ejemplo, que el comercio de México con Texas ascendió en 2018 a más de 216 mil millones de dólares; que en California residen 12.5 millones de personas mexicanas o de origen mexicano, y que el comercio con Michigan fue el equivalente al intercambio comercial de Estados Unidos con Brasil.
El 19 de diciembre pasado, la Cámara de Representantes aprobó el T-MEC, con 385 votos a favor. A principios de 2020, el Senado de Estados Unidos procederá a ratificar el Tratado, al igual que el Parlamento canadiense. La región tendrá, entonces, el marco jurídico que requiere para su desarrollo. Habrá certidumbre, confianza y estabilidad para el comercio y la inversión.
La intensidad de nuestros intercambios no se entiende sin nuestra frontera compartida, de más de 3 mil kilómetros, que no es sólo una demarcación y un cruce geográfico, sino un símbolo social y económico. Por sus 57 cruces fronterizos pasa 80% de nuestro comercio bilateral, y un millón de personas la cruzan diario. Además, es el hogar de una comunidad binacional, bicultural y bilingüe. Los 10 estados fronterizos de México y Estados Unidos son la tercera economía mundial.
Por la importancia de la frontera, viajé a Arizona y Texas, y visitaré California y Nuevo México en 2020, porque estoy convencida de que es necesario fortalecer la posición de México en esa franja neurálgica, muchas veces mal comprendida, pero que es sinónimo de creatividad, innovación y empuje económico. En Laredo, el ya primer puerto de entrada de mercancías a Estados Unidos, visité centros de detención, así como las instalaciones dónde se procesan a los solicitantes de asilo de Centroamérica y otros países, para conocer de primera mano las circunstancias que enfrentan los migrantes y cómo garantizamos la protección de sus derechos fundamentales.
Los migrantes son el pasado, el presente y el futuro de Estados Unidos, y sus aportaciones a la sociedad estadounidense son inmensas. La resiliencia y el esfuerzo de los migrantes mexicanos son motivos de orgullo, por lo que me he empeñado en difundir sus logros, y encontrar las mejores formas de proteger a los mexicanos y defender sus derechos en un contexto político antiinmigrante. Por ello, apoyamos los esfuerzos a favor de los jóvenes DACA —conocidos como soñadores— por medio de la presentación del recurso legal Amicus Curiae en la audiencia correspondiente de la Suprema Corte estadounidense.
Adicionalmente, otorgué una atención prioritaria a la colaboración con las ONG pro-migrantes más reconocidas, incluida la American Civil Liberties Union (ACLU), The Mexican American Legal Defense and Educational Fund (Maldef); Southern Poverty Law Center y Anti-Defamation League (ADL) para contribuir a identificar y prevenir incidentes de odio hacia nacionales mexicanos.
Tras los actos de violencia en El Paso, Texas, perpetrados en agosto de 2019 contra la comunidad mexicana, se reaccionó, en estrecha coordinación y con instrucciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores, para exigir justicia para las víctimas, y que se revisen protocolos para alertar sobre violencia y discriminación racial y combatir los crímenes de odio.
Además de la diaria labor en la capital, realicé visitas de trabajo a 12 ciudades de ocho estados, incluidas Chicago, San Antonio, Phoenix, Tucson, Detroit, Grand Rapids y Filadelfia para escuchar las necesidades específicas y propuestas de las comunidades mexicanas y diseñar una estrategia concreta, integral y diferenciada a sus problemáticas, en coordinación con nuestra extraordinaria red consular, que ningún otro país en el mundo tiene. Durante estos viajes tuve reuniones de trabajo con autoridades locales —gobernadores y alcaldes—, el sector empresarial y la sociedad civil.
Los objetivos de mi acción y estrategia de trabajo fueron sustentados en el diálogo constante y fluido que mantuve con los actores políticos al más alto nivel de la Casa Blanca y de los Departamentos de Estado, Seguridad Interior, así como de las principales secretarías y agencias estadounidenses.
Sin duda, nuestra imagen y proyección en Estados Unidos pasa inevitablemente por el ojo crítico de empresarios, centros de investigación, universidades y medios de comunicación con sede en Washington. Por esta razón, mantuve una colaboración y un diálogo con estos actores y con nuevos y potenciales aliados de nuestro país. Más allá de apoyos y seminarios específicos, estos acercamientos sirvieron para fortalecer una red que nos permite abogar por una relación bilateral basada en intereses mutuos y objetivos compartidos, a pesar de nuestras diferencias.
Estoy convencida de que la fortaleza de nuestro poder cultural y artístico es uno de los mejores antídotos contra la xenofobia, la ignorancia y los discursos que nos retratan de manera racista e ignorante.
Para desmontar prejuicios y caricaturizaciones basadas en el desconocimiento, impulsé el creciente prestigio e importancia del Instituto Cultural de México en Washington — cuya sede es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad —para informar, educar e inspirar, en colaboración con las mejores instituciones culturales de Estados Unidos, incluidas el Kennedy Center, la Orquesta Sinfónica Nacional, la Phillips Collection y el Instituto Smithsonian.
Si bien los desafíos fueron enormes y las tareas pendientes para 2020, año de elecciones en Estados Unidos, lo serán aún más, hay objetivos claros: implementación del T-MEC; desarrollo de la frontera; combate al tráfico de drogas y de armas; defensa y protección de la comunidad mexicana, e interlocución con el Congreso, autoridades locales y la sociedad estadounidense y la constante promoción de la grandeza cultural de México.
Todo ello en congruencia con los objetivos del presidente López Obrador: hacer de nuestro país un México más justo y equitativo y velar por los intereses de México y de los mexicanos en Estados Unidos.
POR MARTHA BÁRCENA
EMBAJADORA DE ME?XICO EN ESTADOS UNIDOS
MEXEMBUSA@SRE.GOB.MX.COM
@MARTHA_BARCENA
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