En el ámbito de los derechos, en pocos temas se ha avanzado tanto y tan rápido como en los de acceso al poder de las mujeres. Sin embargo, quisiera poner más énfasis en lo cualitativo que en lo cuantitativo y plantearnos algunas preguntas respecto a la participación de la mujer en política: ¿Podemos afirmar que existe una visión de que las mujeres contamos verdaderamente en política? ¿Hay una cultura desde la óptica de la mujer en política? ¿Hay en todos los temas un contenido puro de la mujer en política? ¡Yo diría que no hay!
Porque los números nos dan, pero la calidad no. La mujer tiene una medición distinta de la política, la mujer ve de distinta manera a la familia y la aproximación a un negocio es diferente a la de un hombre, y esas diferencias no están involucradas realmente en el contenido de la política, porque definitivamente los hombres siguen estableciendo la misión, visión y valores de la política y en muchos casos utilizan a la mujer solo para cumplir con la ley y verse progresistas.
Recordemos los procesos de elección de las presidencias en la Camara de Diputados y el Senado de la República, una fue electa como consecuencia de un acuerdo político, poniendo en duda capacidad, talento y experiencia de la Diputada Laura Rojas. Y la Senadora Mónica Fernández, electa en medio de una disputa entre Marti Batres, y la negativa de ceder control y poder en la Cámara Alta de Ricardo Monreal, en ambos casos se utilizó la agenda de paridad de género exclusivamente como instrumento político, dejando de lado una vez más, la habilidad, el valor intrínseco, capacidad de negociación, experiencia política y parlamentaria, como fuente de verdadera y auténtica pluralidad.
Es lamentable que la llegada de una mujer a la máxima tribuna de la nación haya sido en condiciones y como resultado de una disputa, con procedimientos cuestionados en su legalidad, por anteponer los intereses personales, económicos y políticos de unos cuantos personajes, situación que no sólo demerita el que sea una mujer quien seguramente por justicia, pero sobretodo por capacidad, talento, honorabilidad y experiencia dirigen el Congreso de la Unión, y que decir de la nueva presidenta de la CNDH, y la relegada posición de Olga Sánchez Cordero. Esto, es lo que deberíamos estar discutiendo más que de números.
Lamento reconocer que hoy más que nunca estamos siendo utilizadas, permitiendo que nos pongan del lado de la incapacidad. ¿Queremos a toda costa tener mayoría? ¿Es la paridad nuestra aspiración máxima?
Considero que nuestra aspiración debe ser una democracia de calidad. Ya ganamos paridad, el verdadero reto de la mujer de ahora en adelante tendrá que ser la calidad, y si en el camino para alcanzarla perdemos algo de cantidad, bien habrá valido la pena, porque en realidad estaremos ganando el respeto de una sociedad.
POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
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