Bolivia y México: cuestión de autoridad moral

Lo primero que hay que decir sobre el conflicto actual entre Bolivia y México es que priva una situación extremadamente confusa y que la información real proporcionada por los respectivos gobiernos es interesada y escasa. Así que es imposible prever los desenlaces inmediatos del conflicto, aunque sí es posible aventurar algunos costos en el más largo plazo para nuestro país.

El incidente más reciente en torno a la residencia de la embajadora de México y una visita que habría recibido de su par de España, junto con carros llenos de hombres enmascarados y armados, habla de una situación volátil en lo referente a los nueve refugiados políticos en la embajada mexicana. El incidente ilustra la volatilidad de la situación política en Bolivia, y confirma la existencia de continuados enfrentamientos entre los apoyadores del nuevo gobierno y los miembros del MAS, el partido del ex Presidente Evo Morales.

Unos dicen que la incursión era un intento de retirar por la fuerza a uno de los refugiados en la embajada de México-Juan Ramón Quintana, ex Ministro de Gobierno-con el fin de sacarlo del país y reunirlo con Morales en Argentina, mientras otros señalan que era un intento por secuestrar a Quintana de parte de afines del gobierno boliviano para arrestarlo por acusaciones de terrorismo en su contra por parte de la justicia boliviana. Lo único que sí queda claro es que ni el gobierno boliviano ni el mexicano han querido esclarecer los hechos, ya sea porque no los conocen o porque no quieren que se divulguen. En cualquiera de los dos casos, la opacidad informativa se impone como regla. 

El Presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó, ante el cerco policiaco impuesto por la autoridad boliviana, que una representación diplomática de México nunca había sufrido semejante acoso, “ni siquiera con Pinochet”. Por cierto, con esta afirmación el Presidente mexicano muestra su desconocimiento de los hechos. La embajada y la residencia del embajador mexicano en Santiago de Chile, después de la muerte de Salvador Allende, estuvieron rodeadas incluso por tanquetas del ejército chileno durante semanas después del golpe de Estado en 1973. Lo sé; yo estuve refugiado en la embajada de México en Santiago en 1973, junto con muchas nacionalidades que pidieron protección consular y resguardo diplomático a México. La diferencia entre la situación de Chile en 1973 y Bolivia en 2019 es abismal.

Esto me lleva al punto central del problema que emerge en la conducta de la política exterior de México cuando López ObradorMarcelo Ebrard  quieren comparar la heroicidad trágica de Salvador Allende y sus seguidores en Chile con Evo Morales y los suyos en Bolivia. No son situaciones comparables por ningún lado por el que sea vea el asunto. La autoridad moral de Allende siguen sobrepasando la de una mayoría, si no la totalidad, de los gobernantes latinoamericanos. En cambio, Morales renunció a su cargo acusado de fraude electoral. Uno murió defendiendo la democracia mientras el otro huyó a México, primero, después a Cuba y ahora hace casa en Argentina.

En estos casos, la autoridad moral es el rasero que debe usarse para medir a quién se apoya, y a quién no. La importancia de la autoridad moral estriba en que las decisiones sobre a quién se apoya definirá también el devenir de la autoridad moral de quien ofrece el apoyo. Era comedido ofrecerle asilo político a Evo Morales en México, por ser ex Presidente de su país. Pero era absurdo y francamente mentiroso tratarlo como un héroe de la democracia caído en combate. Se fue de México sin dar explicación alguna, como si se nos hubiera hurtado algo. Y, sí, nos hurtó nuestra autoridad moral. Pero fue un error mexicano también. Recibirlo como héroe y darle las llaves de la Ciudad de México era un despropósito total.

También es un despropósito ir a la Corte Internacional contra Bolivia cuando nuestra legación había solicitado protección policiaca. México no va a ganar nada en un pleito que ya perdió jurídicamente. Y lo que se pronostica en el horizonte cercano es la pérdida de autoridad moral ante la comunidad internacional la cual, aunque no lo crean, debilita la posición de México ante el mundo por cualquier conflicto futuro, interno o externo. 

POR RICARDO PASCOE
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