Visiones de Latinoamérica 2020 -II

La situación internacional de Brasil y México parece ligada por el común adjetivo de populismo adjudicado a sus gobernantes, desde el punto de vista de Estados Unidos o Europa.

El brasileño Jair Bolsonaro es considerado como de derechas y el mexicano Andrés Manuel López Obrador es definido como de izquierda, pero eso no parece hacer mucha diferencia.

El Brasil de Bolsonaro y el México de López Obrador han adoptado políticas diferentes, basadas sin embargo en retóricas criticadas por sus adversarios como divisivas, aunque en ambos casos parecen tener éxito ante sus audiencias.

Sin embargo, fuera de la región hay preocupaciones. Ambas naciones, aunque en medidas diferentes, son afectadas por lo que expertos consideran como "insurgencias criminales" y han adoptado medidas distintas para enfrentarlas: en Brasil, mano dura y lo que bien podría compararse con un resurgimiento de "escuadrones de la muerte" policiales de los sesentas; en México, una política que enfatiza tratar de resolver problemas de largo plazo, pero no parece enfrentar los inmediatos.

La violencia y la debilidad presente en la economía mexicana no ayudan al gobierno AMLO, que está aun en el suspenso sobre la esperada ratificación estadounidense del nuevo Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Por su parte, la política anti-ambiental de Bolsonaro –con sus implicaciones sociales y económicas– tiene resultados cada vez mas divisivos en la sociedad brasileña, aunque hay señales de repunte de la economía.  

Adam Isaacson, director de Supervisión de Defensa en la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA) advirtió recientemente que "los presidentes populistas tienen problemas si no cumplen durante su segundo año en el cargo", al referirse tanto a Bolsonaro como al mexicano López Obrador.

Pero en América Latina no hay reglas fijas, como se muestra en las dificultades que enfrentan regímenes a izquierda y derecha: el régimen autoritario de Daniel Ortega enfrenta con dureza un creciente descontento popular en Nicaragua; los gobiernos de Guatemala y Honduras enfrentan serios problemas derivados de corrupción y actividades criminales agravadas por problemas ambientales, como la prolongada sequía que se convirtió en uno de los motores de la crisis migratoria de 2019.

En Cuba el gobierno enfrenta de nuevo una grave situación económica derivada de la política de sanciones económicas reinstalada por Estados Unidos. Pero tiene a su favor la simpatía internacional, una buena imagen y la popularidad aparente de su gobierno, heredero directo del comandante supremo Fidel Castro.

Haití no tiene ni una ni otra y enfrenta una crisis en "cámara lenta", ante una combinada tragedia económica y ecológica que lleva años en desarrollo y meses de manifestaciones políticas callejeras contra el presidente Jovenel Moise.

Y todos están expuestos a los vaivenes de la economía internacional y los problemas de un medio ambiente deteriorado.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@CARRENOJOSE1


lctl