Esta época del año es propicia para “ver el vaso medio lleno”, y no medio vacío. Tomando en consideración el pesimismo que ha prevalecido a nivel nacional con respecto a diversos temas, pero sobre todo la marcha de la economía, considero fundamental plantear un cambio de narrativa sobre México y los mexicanos de cara a 2020.
Tenemos un país con una sólida y bien ganada estabilidad macroeconómica, que en estos tiempos de desafiante globalización resulta crucial.
Con un tipo de cambio relativamente estable, una inflación que cerró en 2.63% en diciembre, una deuda del sector público de 45% del PIB, el riesgo en el país está en su menor nivel desde 2014 y un superávit primario de las finanzas públicas cercano a 1% del producto, no existe ningún país en Latinoamérica que esté cerca de dicha posición de fortaleza en sus bases económicas.
Si revisamos el Panorama Económico Anual de la CEPAL, más allá de constatar la catastrófica inflación venezolana (de más de ¡39 mil por ciento anual!), podremos ver que -por ejemplo- la deuda del sector público argentino es de 80% del PIB o que las tasas de interés promedio en Brasil son de 44%, cuando en nuestro país se ubican en 13% y el Banco de México ha acumulado cuatro recortes consecutivos en el costo del dinero este año. Algo bien hemos estado haciendo los mexicanos, no lo escatimemos.
Nuestro país es la décimo tercer potencia exportadora del planeta, pero nuestro liderazgo en América Latina es avasallador, con un valor de 480 mil millones de dólares anuales, lo que representa 75% más de lo que exporta Brasil y 42% de todo lo que se exporta en los 33 países de la región.
En las últimas ediciones de los reportes del Banco Mundial y el Foro Económico Mundial sobre ambiente de negocios y competitividad, sostenemos un liderazgo preponderante regional, pero además estamos por delante de naciones emergentes sumamente respetables como India, Turquía, Indonesia y Egipto.
Es evidente que hay muchos aspectos en los que es urgente cambiar. Este no es un llamado a la mediocridad. No podemos ni debemos acostumbrarnos a la fase de estancamiento económico de 2019, como tampoco a la terrible espiral de violencia.
Sin embargo, no menos ciertos son otros datos, como que somos el séptimo país más visitado en el mundo, que tenemos un potencial envidiable a nivel global en energías limpias, como la solar y eólica; que las remesas que envían nuestros connacionales en EU siguen rompiendo récords; que está por ratificarse el T-MEC, y que se siguen consolidando sinergias entre la IP y el gobierno para apuntalar la infraestructura.
Por lo tanto, sí, es momento de creer en México y apostarle a nuestra nación, en el entendido de que somos parte de esta historia que está destinada a ser la de un protagonista del siglo XXI.
POR JESÚS ÁNGEL DUARTE
COLABORADOR
@DUARTE_TELLEZ
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