En la elección presidencial de 2018 seis de cada 10 mexicanos acudieron a las urnas, y 53 por ciento de estos eligieron al presidente López Obrador; pero la decisión de los electores estuvo entre el hartazgo y el encanto. El hartazgo de un gobierno plagado de sospechas de corrupción, la inseguridad y la falta de un crecimiento más acelerado fueron algunos de los factores que llevaron al castigo del voto ciudadano. El INE como árbitro de la contienda, dio la certeza de una elección sin mayores contratiempos que llevó a una tercera transición política del país que también estuvo caracterizada por el encanto de las promesas de cambios fáciles que el ganador prometió. Un México en paz, con tasa de crecimiento económico de 6 por ciento, libre de corrupción, con precios bajos de combustibles y aumento de salarios, fue el sueño prometido.
Sin embargo, la realidad como disipadora de la niebla de las promesas, ha revelado que el gobierno actual ha agravado la tercia de problemas de bajo crecimiento, inseguridad y corrupción.
En materia de corrupción, la aplicación selectiva de los procesos parece más cercana a revanchas que a una acción sistémica que esté transformando de fondo este problema. Pareciera que el problema no es la corrupción sino la distancia de los actores respecto al grupo de poder en turno.
La inseguridad, es un problema que pervive en México desde hace décadas, pero que hoy con el mantra de “abrazos, no balazos” llega a niveles no vistos antes. Los homicidios dolosos superan a los 25 mil en los primeros 10 meses, y siguen en crecimiento; la extorsión, los feminicidios y los robos en el transporte también están al alza.
A lo largo de la última década el crecimiento anual ha rondado al dos por ciento, con excepción del periodo 2010-2012 cuando el crecimiento superó el cuatro por ciento. Sin embargo, el presidente actual prometió llevar a la economía a niveles de crecimiento del seis por ciento, pero sus políticas ocasionaron una contracción económica con epicentro nacional que no se veía desde hace 25 años.
Los problemas de seguridad, bajo crecimiento y corrupción no son nuevos; en la etapa de campaña el actual presidente ya los conocía; así como los mexicanos también conocían las deficiencias de los gobiernos anteriores. El candidato encandiló con promesas a millones de mexicanos y su labor es ofrecer alternativas para alcanzar las metas ofrecidas; sin embargo, se vislumbra que habrá pocos cambios que recompongan lo que medianamente funcionaba para atraer inversión y generar riqueza.
El gobierno está enfocado en un neoestatismo, en el que se busca reflotar monopolios que restringen las libertades de elección en la compra de combustibles o energía. El gobierno está limitando la libertad del mexicano para elegir un ambiente más limpio cuando se decide desde el gobierno apostar por el carbón, combustóleo o diésel cuando el mundo transita a las energías limpias. Se limita a la disposición de instituciones confiables cuando se ataca a órganos reguladores vía la restricción presupuestal o la restricción de capacidades con la apuesta de comisionados con dudosa preparación técnica que se pretende suplir con cercanía al mandatario en turno. También se restringe la libertad para los ciudadanos cuando el gobierno se doblega ante el poder de fuego de los delincuentes.
Los errores u omisiones de los gobiernos anteriores no debe ser la malla de seguridad del gobierno que busca su equilibrio entre la arrogancia, la incapacidad y la popularidad.
En un año más de gobierno que se vislumbra sin cambios radicales en su visión de conducir el país, la tercia de problemas antes expuestos, sobre todo en la parte económica debería tener como consecuencia lógica el desencanto de millones de votantes que busquen alternativas electorales para 2021. Ojalá esté equivocado y la suerte del país se pueda disociar de las malas decisiones del gobierno.
Deseo que para el lector de esta columna que las fiestas decembrinas e inicio de 2020 sean días para renovar el ímpetu, generar nuevas ideas de negocios y sobre todo para disfrutar a sus seres queridos. Nos leemos en enero.
POR FAUSTO BARAJAS
ESPECIALISTA EN POLÍTICAS PÚBLICAS
@FAUSTOBARAJAS
FAUSTO1707@YAHOO.COM.MX
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