Cada quien le da a la navidad el significado que quiere, puedes hacerla tan feliz o cruel como tú mismo decidas.
Toda mi infancia tuve navidades muy divertidas no porque pensara en los regalos que me iba a traer Santa Claus. Esperaba con ansias la llegada del 25 de diciembre porque junto con mis hermanos y un primo organizábamos un espectáculo para la familia que se titulaba “El Gran Show”.
La función iniciaba al terminar la comida del 25 en casa de los Yayos, que era el día del festejo importante para la familia. Abuelos y tíos se sentaban en el salón para presenciar ese espectáculo que creábamos y ensayábamos semanas antes de navidad.
Cada año cantábamos el mismo tema institucional mis hermanos Nuria, Rafael, mi primo Álvaro y yo, que daba el banderazo de inicio. Siempre renovábamos el contenido; lo que nunca cambiaba era nuestro gran esfuerzo por sacarle muchas carcajadas a los adultos con nuestra “comedia infantil” y sketches.
Recuerdo con especial cariño un año en el que montamos un show en el que hacíamos sátira de lo que sucedía en la televisión mexicana y yo tenía que hacer varias imitaciones; bailaba como Miguel Bosé en los ochenta, cantaba como Lola Beltrán en su programa “El Estudio de Lola Beltrán” y sentía que lo había logrado porque veía a mis tíos, padres y abuelos muertos de risa mientras hacía mis imitaciones.
Mi primo Álvaro era el encargado de escribir los guiones de los shows que montábamos cada año. Hoy en día él es un reconocido y prestigiado escritor, de los más importantes que ha tenido México.
Es curioso cómo desde niños vamos dando algunas señales de esos pequeños dones que tenemos y que podemos explotar en la adultez. En mi infancia no lo veía de esa manera, pero ahora pienso que era un gran regalo de navidad poder hacer eso que tanto que me gustaba y divertía.
Conforme nos hicimos mayores dejamos de hacer el show porque nos empezó a pegar la adolescencia y a los más grandes ya les parecía tonto e infantil hacer el espectáculo.
Siempre lo eché en falta porque era algo que nos unía y nos hacía felices a todos, niños y adultos, mucho más allá de una buena comida en familia y un intercambio de regalos.
Con los años dejas de sentir esa ilusión por la navidad de cuando eras pequeño.
Este año me he dado a la tarea de recuperarla porque mis regalos navideños llegaron por adelantado. Podré tener el privilegio de pasar mi primera navidad en Barcelona con amigos que son familia y que decidieron compartir estas fechas con nosotros, y unos días después viene mi madre ¿Acaso hay algo mejor regalo que ese? Yo me he dado el gusto de sentir esa misma ilusión infantil, porque la navidad significa lo que tú quieras, así que aquí estoy lista para vivir mi propio “Gran Show”. Y tú ¿preparas el tuyo?
Por: Atala Sarmiento
dhfm