Volver al pasado

Fortalecer a las paraestatales no es suficiente, como tampoco obstaculizar la transparencia de los precios

Ya nos ha demostrado la historia, en numerosas ocasiones, que los problemas de un país no pueden resolverse con políticas públicas concebidas desde la estricta ideología.

La masa social es una fuerza cambiante, móvil, dinámica y muchas veces impredecible; la ideología, por otro lado, es dogma e inmovilidad que no toma en cuenta el tiempo ni el espacio, un paradigma que se levanta sobre un pedestal intocable a través de los años.

Las nuevas disposiciones de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) sobre la regulación asimétrica de precios de Pemex son una muestra clara del triunfo ideológico obsoleto, por encima del sentido común que requieren las circunstancias actuales del sector energético global.

Ahora la paraestatal podrá establecer precios discriminatorios en la distribución de combustible de manera unilateral y sin rendir cuentas a nadie.

Estos precios podrían estar por debajo de lo redituable, fomentando así una competencia desleal entre los concesionarios de gasolina, diésel y gas LP.

Esta medida, aunque pretende generar más ganancias para Pemex (lo cual dudo mucho), no asegura a la larga una mejora en beneficio de los consumidores finales.

Es una práctica abiertamente monopólica que genera incertidumbre y desincentiva las inversiones.

Mientras que en otros países la industria energética tiende a abrirse a modelos de negocio modernos, accesibles y transparentes (por tanto democráticos), resulta lamentable que la concepción de este sector en México sea una visión distorsionada e idealizada de un nacionalismo que cree que la defensa de nuestra “soberanía nacional” es sinónimo del control unilateral de Estado, como si eso hubiera dado resultados durante los últimos 60 años.

Lo mismo ocurre con las disposiciones para otorgarle a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la posibilidad de inundar el mercado con Certificados de Energía Limpia, los cuales dicho sea de paso, se generarán desde instalaciones viejas y en algunos casos, obsoletas.

El exceso de CEL's no sólo devaluará el mercado verde, sino que además pone en riesgo inversiones ya comprometidas por nueve mil millones de dólares. Un duro golpe al desarrollo de energías renovables en nuestro país.

Fortalecer a las paraestatales no es suficiente, como tampoco lo es obstaculizar la transparencia de precios en las cadenas de producción.

El hecho de que los monopolios pertenezcan al Estado no los hace infalibles, ni los libra de corrupción, como lo quiere hacer creer el discurso nacionalista.

Tal vez la Reforma Energética no fue debidamente explicada y en consecuencia ha sido mal entendida por la sociedad; sin embargo, no por ello deja de ser sumamente necesaria. Hoy estamos ante su cancelación de facto. Resulta paradójico que desde inicios de la década anterior, aún la misma izquierda mexicana (que no era gobierno) pedía un replanteamiento en el sector; hoy desde el poder, su plan para el desarrollo energético se basa en volver al pasado con fórmulas que han probado todo, menos plantearnos un futuro mejor a los mexicanos.

POR GINA TRUJILLO

COLABORADORA

@GINATRUJILLOZ

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