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Cortés y Washington

La historia mexicana enfatiza un sentido de victimización que debe ser superado; la narrativa estadounidense los hace sentir herederos y culminación de procesos históricos

OPINIÓN

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Para que México se desarrolle social y económicamente tendrá que encontrar una narrativa que le permita dejar atrás su sentido de víctima. Hoy vamos en sentido contrario.

Sería imposible exagerar el daño que hace a México el despreciar a sus padres, Hernán Cortés y Malintzin. Pintar al primero como un oportunista depredador y a la segunda como una traidora violada no solo es una espeluznante perversión de la historia, sino que victimiza a la nación y corrompe nuestra identidad.

Los estadounidenses entienden la importancia de venerar a sus fundadores. Los pioneros del May flower y los autores de su Constitución son vistos como héroes. Para los americanos, la historia es un flujo de eventos que avanzan hacia un final feliz, ellos. Se ven como herederos de la Grecia clásica, en el ámbito de la democracia, y del Imperio Romano, en su grandeza. Es por eso que su capital, Washington, DC, está llena de edificios y monumentos construidos en el estilo neoclásico; lleno de columnas e inscripciones que sugieren al Partenón y a Roma.

Los "padres fundadores", particularmente Madison, Jefferson, Washington, Franklin, son vistos como hombres iluminados por el liberalismo universal. Estados Unidos cuenta una historia cuyo desenlace fue el "destino manifiesto" de un pueblo que nació para ser una superpotencia. No nada más por sus recursos naturales, sino por la grandeza de sus ideas.

De haberse resaltado el lado obscuro de sus fundadores, o si la población americana hubiera decidido poner el exterminio de los indígenas y la esclavitud de los negros al centro de su historia, difícilmente pudo haber avanzado Estados Unidos económica y socialmente. Constantemente se estaría regresando a los pecados del pasado y el pueblo se sentiría como víctima.

Esto es lo que pasa con la historia oficial mexicana. Se resalta una versión del mito europeo del "salvaje noble": la idea de que los indígenas vivían un edén interrumpido y destruido por la llegada de los españoles. Aquí hay varios problemas: 1) no es cierto. Los pueblos vivían guerras constantes bajo el dominio de un imperio Mexica sangriento (por eso se rebelaron los pueblos aledaños cuando llegaron los españoles), 2) como México no es un país ni indígena ni español, sino el producto de la mezcla, se la vive en la incómoda situación de ser hijo de un depredador e hijo de una traicionera violada (es decir, hijos de "la chingada").

Dice un amigo terapeuta que nunca es tarde para tener una infancia feliz. Es decir, tu interpretación es la que define la calidad de tus memorias. Si tú ves tu pasado como un mecanismo de victimización, serás víctima. Si lo ves como una fuente de fortaleza, serás fuerte. Tu historia te puede empoderar o hundir.

Los mexicanos hemos decidido caer en el peor de las trampas. Creemos una versión perversa y esclavizante de nuestra historia. Es hora de mandar a los murales de Diego Rivera a donde deben de estar: en un museo y no en Palacio Nacional. Es hora de recuperar nuestra historia de quienes nos buscan victimizar.

POR AGUSTÍN BARRIOS GÓMEZ

*PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN IMAGEN DE MÉXICO Y CONDUCTOR DE ADN40 NEWS

@AGUSTIN BARRIOSG

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