Primero, aplaudo la decisión de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de exigir a la Organización de los Estados Americanos (OEA) un posicionamiento más efectivo sobre Bolivia.
El tema es preocupante e indignante por simple sentido común, pero aún más por la posibilidad de estar en una situación similar, lo que nos involucra a todas y todos los que asumimos la tarea de transformar la realidad para construir un mejor país.
El 20 de octubre, la sociedad boliviana ejerció su derecho a la democracia, pero el resultado no conviene a Estados Unidos, nación que desde 2006 intenta imponer sus planes imperialistas.
No olvidemos que Bolivia tiene una de las mayores reservas de litio, metal blanco muy apreciado por empresas que venden productos a un precio muchas veces por arriba de su costo de producción.
A través de la OEA, Estados Unidos descalificó la elección que ganó Evo Morales.
Sí, ganó. Lo dijo el Tribunal Supremo Electoral y, por ejemplo, también el Center for Economic and Policy Research, organismo con sede en Washington, DC.
Este análisis no encuentra evidencia de que hubo irregularidades o fraude que afecten el resultado oficial que le dio al presidente Evo Morales una victoria en primera vuelta.”
Los aliados locales de Estados Unidos, personas que se creen étnicamente superiores –pigmentocracia le dicen en México–, emprendieron una campaña de violencia, con el llamado a las fuerzas policiacas a agredir a la población.
Con un discurso fascista, denunciaron un supuesto fraude, y dieron paso a una nueva versión de golpe de Estado.
Poco importó que se convocara a nuevas elecciones; el fin no es la democracia.
Por eso, la decisión de Evo es tan digna.
Evo Morales privilegió vidas humanas, esas que son entregadas cual mercancía por los neoliberales y los verdaderos dictadores; esos que sí tienen el apoyo de los militares y las oligarquías.
Que quede claro, quien tiene un arma en la mano, no sugiere, ordena.
Por eso, quien hoy festeja lo sucedido, significa que nunca respetará decisiones democráticas y sacrificará vidas, ecosistemas y naciones enteras, en aras de su insaciable hambre de riqueza.
¿Qué importan los derechos humanos?
¿Qué importa arrancarle a nuestra madre tierra hasta el último profundo y maldito grano de oro?
Es vergonzoso, triste y lamentable.
¡Hasta es insostenible! El planeta no lo resiste.
Compañero Evo, gracias por resistir a ese grupo de lunáticos racistas y violentos que vuelven con la Biblia y con la espada.
Es costumbre mexicana recibir a quienes huyen del fascismo, pero sabemos que tu estancia será corta, pues sabemos de tu entrega y amor por las y los bolivianos, quienes volverán a demostrar que tú eres el presidente legítimo.
POR CIRCE CAMACHO BASTIDA
COORDINADORA DEL PT EN EL CONGRESO DE LA CDMX
@CAMACHOCIRCE