Nos hemos acostumbrado a la restitución de las obras de arte robadas durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis.
Hoy a nadie le sorprende que un cuadro del que se apropiaron los alemanes regrese a su país o a su dueño original.
También es común la persecución del tráfico ilegal de las obras de arte. Sin embargo, el debate sobre la devolución de los bienes de apropiación ilegal empieza a ampliarse debido a los cuestionamientos del derecho de los países de seguir albergando las obras del arte conquistadas en los siglos pasados ¿Se imaginan que de repente todos los artefactos de las culturas precolombinas originarias de México, incluido el penacho de Moctezuma, hoy en los museos europeos y estadounidenses, regresan a este país? El debate apenas ha comenzado.
La recuperación de los bienes robados durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de pertenencia judía, resultó ser una tarea extremadamente difícil por tres razones: 1) mucha documentación necesaria para demostrar la propiedad original fue destruida; 2) hay dificultad para identificar la ubicación de las obras; y 3) hubo desinterés de los países de destino para colaborar.
En Alemania no existe una ley general sobre la restitución de los bienes. Por el contrario, Austria destaca con su legislación sobre la restitución de los bienes judíos. Como resultado, en Polonia, por ejemplo, donde alrededor de medio millón de objetos fueron robados durante la ocupación nazi, se recuperó apenas un pequeño porcentaje de este patrimonio.
Todas estas dificultades se multiplican con las obras coloniales. Muchos bienes fueron tomados bajo las leyes internacionales que hasta 1899 permitían la apropiación de todo lo que pertenecía al enemigo. Aunque hoy existe una legislación internacional adecuada y la UNESCO aborda la problemática, casi no hay países que hayan optado por regresar las obras coloniales a sus lugares de origen. La excepción es Canadá, que desde 1997 ha restituido los bienes a 14 países, entre ellos Bolivia, Colombia, México y Perú. También es ilustrativa la disputa entre Grecia y el Reino Unido por las obras robadas del Partenón, hoy en el Museo Británico. Los británicos rechazaron la mediación de la UNESCO y la Corte Europea de Derechos Humanos en 2016 constató que no podía juzgar un robo de hace 150 años.
Pero hay vientos de cambio. En Francia se publicó hace un año el Report Sarr-Savoy, encargado por el presidente Macron, sobre la devolución de los objetos de arte a los países africanos. Francia, cuyos museos albergan 90% del patrimonio de las naciones subsaharianas, desea devolver a Benín los primeros 26 objetos de arte, y no es descartable que esto inspire nuevos patrones de comportamiento internacional. Quizás, en el futuro veremos gestos similares de parte de otros países, otrora potencias coloniales.
Por lo pronto, es una alerta para todas las colecciones públicas y privadas en estos países para cabildear contra la devolución que les privaría de sus colecciones.
POR BEATA WOJNA
PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@BEATAWOJNA
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