En recientes días y en la recta final del proceso para la renovación de las dirigencias en Morena en el país, se han podido identificar plenamente las coincidencias de diversos personajes, aglutinadas fundamentalmente en dos estrategias: una territorial e informativa y otra mediático-jurídica.
Y esto, ¿por qué es asunto de todxs? Porque la coyuntura planteada por la Cuarta Transformación significa hablar de los asuntos públicos con la mayor difusión, pero también implica exponer los comportamientos de quienes intentan acceder a cualquier tipo de espacio de poder público. Los discursos, los dichos, pero sobre todo sus acciones y sus hechos.
Por un lado, después de anunciar su renuncia al encargo del Consejo Nacional de Morena, Bertha Luján ha intensificado su presencia en el territorio, en asambleas o conferencias informativas, donde hace un recuento y reflexiona con la militancia sobre la historia del movimiento, los avances que se han alcanzado y los retos que enfrenta la 4T.
Pero también informa sobre el estado que guarda la organización del partido (con los inocultables desafíos que un partido con un crecimiento tan grande enfrenta), sobre cómo y cuándo serán las asambleas distritales.
En ninguna asamblea ha manifestado su intención de presidir al partido, aunque es evidente el respaldo de la militancia y, si bien no es una ruta de grandes luces o campaña publicitaria, es innegable que sus formas se parecen mucho a las de Andrés Manuel López Obrador: primero informando, luego convenciendo y, finalmente, actuando.
Además, existe una especie de Tucob (Todos Unidos Contra Bertha), donde se intenta hacer creer que hay un enfrentamiento discursivo entre los otros tres aspirantes; sin embargo, sus acciones les dan un común denominador: se trata de una estrategia basada en tres grandes ejes.
Por un lado, un diputado que genera campañas publicitarias con el uso descarado de la imagen del presidente AMLO, haciendo énfasis en la “obediencia” a las recomendaciones del presidente, aunque por detrás ha iniciado una ruta de juicios (sin importar que esas conductas sean tachadas de traición por AMLO); además, acciones de diputados que intentan no cumplir con la convocatoria y así no separarse de los encargos.
Por otro lado, una funcionaria partidista que, ante una eventual renuncia de AMLO a Morena, jura salir corriendo detrás de él, aunque en el fondo, critica el padrón generado por el propio presidente hoy del país, ayer del partido.
En tercer lugar, una estrategia de supuesta defensa de los fundadores del partido para ser tomados en cuenta y no ser “rasurados” del padrón, aunque en realidad es una ofensiva desde el Senado de la República, que ha impugnado abiertamente la imposibilidad de que el mecanismo de definición sea una encuesta, cosa sobre la que el órgano jurisdiccional de Morena ya se ha pronunciado.
El objetivo es claro: con los dichos, defender a Morena y, con los hechos, descarrilarlo.
Juárez lo decía de otra forma; ¿se acuerda usted?
POR DANIEL SERRANO
*LIDERAZGO POLÍTICO DE IZQUIERDA EN EL EDOMEX
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