En la cadena de valor de los hidrocarburos, desde la exploración y producción, hasta la generación de combustibles y petroquímicos derivados de los procesos de refinamiento del crudo y purificación del gas, la industria ocupa un lugar relevante, porque abarca más de 40 ramas industriales, como la textil, automotriz, agricultura y farmacéutica; sus inversiones son intensivas y de largo plazo, invierte en desarrollo tecnológico, genera empleos de alta especialización y tiene un efecto multiplicador en la economía.
Además, el mercado nacional de químicos está en constante expansión, de 2002 a 2018 ha crecido 140%, y tiene un valor de 45 billones de dólares; sin embargo, la producción aumentó sólo 30%, generando 11 billones e importándose 34 billones.
Este rezago viene de años atrás, en el Primer Informe de Gobierno podemos apreciar cómo la industrialización del crudo y su transformación en petroquímicos ha venido a la baja desde 2010, cuando se produjeron 15,650.7 miles de toneladas anuales (MTA), en 2018 cayó hasta 5,985.8 MTA, y a julio de 2019 es de 2, 789.7 MTA. El déficit de la balanza comercial de la petroquímica nacional va aparejado con la disminución de la producción de hidrocarburos en 50% en los últimos diez años; y por el declive de la producción de gas, que pasó de 6,534 millones de pies cúbicos en 2009 a 3,842 en 2018, producción equiparable a la de hace 30 años; además de una falta de infraestructura para su transportación y distribución, sobre todo en el sureste del país.
Desde la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, mantenemos un puente de comunicación con la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ); coincidiendo no solamente en el diagnóstico, sino con algunas soluciones, entre las que destacan aumentar la producción de gas natural y la generación de infraestructura en el sur-sureste; aprovechar el ducto marino de la CFE y la estación de compresión Cempoala, cuya primera fase de reconfiguración está lista para comprimir gas del norte al sur del país; rehabilitar y modernizar las plantas de petroquímicos y construcción de infraestructura de almacenamiento, para aumentar disponibilidad de etano y metano; así como otras propuestas en infraestructura aduanera y de transportación.
El concepto de seguridad energética debe abarcar a toda la cadena de valor y, por supuesto, a la petroquímica nacional, que tiene frente de sí el gran reto de competir con la industria petroquímica de EU, que produce el gas más barato del mundo. Por ello no hay tiempo que perder, el debate en México sobre nuestros recursos no convencionales debe traducirse en acciones que nos permitan hacer un uso pleno de nuestros recursos energéticos para lograr soberanía y seguridad energética.
POR MANUEL RODRÍGUEZ GONZÁLEZ DIPUTADO FEDERAL
PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ENERGÍA
@MANUEL_RDGN
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