El fenómeno Morena

Sin reglas, ni pactos internos, el único denominador común que aglutina a sus miembros es la figura del caudillo

La conformación del Movimiento de Regeneración Nacional –Morena– tuvo su origen en la ruptura del Partido de la Revolución Democrática (PRD) con Andrés Manuel López Obrador, después de la elección de 2012, cuando las diferentes corrientes mayoritarias del sol azteca no estuvieron dispuestas a seguir sometidas a los dictados del entonces líder del partido.

El PRD fue constituido como un instituto político sostenido sobre la figura de caudillos, primero Cuauhtémoc Cárdenas y después López Obrador. Tras la salida de este último, el PRD se incorpora al Pacto por México en un intento de convertirse en una opción negociadora y no de confrontación permanente.

La falta de un nuevo liderazgo carismático y de una cultura democrática cotidiana convirtió al partido en una estructura paralizada desde donde los leales a López Obrador operaban en su contra, esperando el momento adecuado para abandonarlo, mientras los líderes de Nueva Izquierda y sus aliados veían cómo el partido se les deshacía en las manos sin poder hacer nada para evitarlo.

Mientras tanto, López Obrador fue construyendo un movimiento de masas incluyente que fue cooptando todo lo que se alineaba a la voluntad del caudillo.

Lo que en un primer momento era la adhesión de minorías en sur–sureste del país, terminó por convertirse en 2018, en el eje de atracción del descontento social provocado principalmente por dos factores: la corrupción y la inseguridad en la administración de Enrique Peña Nieto. Sin reglas, ni pactos internos, el único denominador común que aglutina a los miembros de Morena es la figura del caudillo convertido en Presidente de la República.

Una vez en el poder, y dado que el primer mandatario ha puesto en un segundo término la dinámica de su partido, el choque entre los intereses de grupos con intereses opuestos se manifiesta de manera constante en el Congreso y en la sucesión por la dirección del partido.

Desde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) hasta los bolivarianos, pasando por expriistas y expanistas , el revoltijo morenista y sus aliados del Partido del Trabajo (PT) convierten al trabajo parlamentario –principalmente en la Cámara de Diputados– en una labor imposible de operar a pesar de su mayoría absoluta.

Tanto Mario Delgado como Yeidckol Polevnsky y Bertha Luján, esperan pacientemente, no el resultado de la encuesta, sino la instrucción del caudillo sobre la mejor forma de resolver las aspiraciones de los tres para dirigir Morena.

En este momento no hay riesgo de ruptura porque la palabra del líder es incuestionable, pero la capacidad del futuro presidente del partido para controlar a sus tribus y demandas, es lo que está en duda ante la ausencia de instancias partidarias con el poder necesario para un funcionamiento interno sin rebeliones controlables. Morena reproduce los orígenes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), por lo menos hasta ahora.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT


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