El 68 como plataforma democrática

Debemos de recordar el 2 de octubre como parteaguas en la lucha social y como una plataforma de la democracia

En el ámbito internacional se ha escrito mucho acerca de los movimientos sociales, estudiantiles y gremiales que ocurrieron en 1968. En el contexto nacional se cuenta con películas, reportajes y vasta bibliografía acerca del tema, unos que van desde testimonios novelados como La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, muchos otros son testimonios de los participantes del movimiento estudiantil como Voces y ecos del ‘68 y Otras voces y otros ecos del ‘68 de Salvador Martínez della Rocca (el Pino) o 1968 de Pablo Gómez y 1968, el largo camino a la democracia de la autoría de Gilberto Guevara Niebla, hasta miradas más globales como el libro de Los 68:París-Praga-México, de Carlos Fuentes, entre tantos otros.

Lo anterior se menciona porque mañana se cumplen 51 años de la matanza en Tlatelolco en el marco del movimiento estudiantil de 1968, pero ¿es un hecho aislado en la historia mexicana? ¿Aquel movimiento sigue vivo entre la juventud? ¿Se puede tomar el 68 como una impronta nacional? ¿Se puede considerar la plataforma democrática del país? ¿Se podría entender la actualidad del país sin el 68? Para dar respuesta no hay palabras ni visiones únicas, existen testimonios, factores y actores de ese movimiento y aún son parte importante de la vida política nacional.

En este sentido, debemos recordar que el movimiento del 68 no emerge de la nada, antes de esta represión, existieron muchas otras en la década de los 40 y 50, como las de los obreros de la industria militar, ferrocarrileros, mineros, hasta dar paso a las represiones a estudiantes politécnicos. Por lo que este movimiento está enclavado dentro de un marco de autoritarismo gubernamental, que viene desde la misma fundación del Méxicopostrevolucionario, y en un contexto mundial de revoluciones sociales, así como las exigencias juveniles de un conjunto de libertades, de expresión y de prensa, sexuales, etc.

Así pues, posterior a los actos de violencia por parte del Estado en el 68 y 71, cuando el gobierno obtuvo una victoria pírrica y parecía que salía airoso, pues algunos de sus líderes prefirieron el exilio en el extranjero y muchos otros estaban presos en Lecumberri, parte de la sociedad entendió que tenía que hacer un frente común y aquella generación se atrevió a pensar que la relación con el gobierno podía y debía ser diferente. Fue en ese momento cuando se hicieron las primeras fisuras al gobierno autoritario, trayendo consigo una nueva concepción del país.

México y el mundo ha cambiado, hoy aquellas demandas de los sesentayocheros podrían parecer obsoletas, pero que, gracias a esa generación, existe mayor libertad de prensa, libre asociación, participación política institucional y activa, así como bases democráticas e instituciones más sólidas. A manera de homenaje y por la consolidación de una ciudadanía (racional, informada, participativa, etc.), debemos de recordar el 2 de octubre no solo como un capítulo oscuro en el país, sino también como un parteaguas en la lucha de la sociedad y como una plataforma de la democracia mexicana. Se debe recordar que las ideas son más poderosas y más perdurables que las armas.

POR ADRIANA SARUR
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@ASARUR

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