Dice la página de internet de la UNAM que el rector “es el jefe nato de la Universidad, su representante legal y presidente del Consejo Universitario”.
Desde su fundación, la Universidad ha tenido 44 rectores. No todos han tenido un entorno amigable para encabezar a la institución, pero la forma en la que han enfrentado los problemas que surgieron durante su rectorado han contribuido a forjar el prestigio unamita.
Enrique Graue Wiechers llegó en noviembre de 2015. Su gestión ha sido marcada en buena medida por hechos violentos que han afectado a integrantes de la comunidad universitaria, ciudadanos, policías y hasta reporteros.Tres meses después de haber tomado protesta, se reportaron disturbios provocados por un grupo de personas integrantes de esa mafia retiene el auditorio Justo Sierra, quienes vandalizaron oficinas y bloquearon vías del circuito universitario, por la detención de un narcomenudista. En ese entonces se quiso disfrazar la acción de las fuerzas federales como un acto de represión contra el colectivo Okupa Che. Hace un año por estas fechas, el periodista Humberto Padgett fue golpeado y amenazado por un grupo de narcomenudistas que operan en Ciudad Universitaria, quienes fueron videograbados como parte de una investigación periodística que intentaba demostrar que la facilidad con la que se pueden comprar drogas en el campus.
En febrero de este año, dos personas mu-rieron baleadas en un enfrentamiento cerca de las instalaciones de la Facultad de Contaduría y Administración. Las autoridades concluyeron que fue un pleito entre distribuidores de drogas. El hecho provocó que durante el partido Pumas-Chivas, apareciera en la pantalla electrónica del Estadio Olímpico Universitario la frase “Fuera narcos de la UNAM”, del cual luego se deslindaron.
Y esta semana, en plena explanada de la Rectoría, aparecieron porros armados con cuchillos y bombas molotov que fueron exclusivamente para agredir a estudiantes de bachillerato que exigían mejores condiciones de estudio en el CCH Azcapotzalco. Y todo ante la pasividad, hasta pereciera complicidad, de elementos de seguridad universitarios.
Los actos violentos aquí descritos han pasado frente a los ojos del rector Graue, quien pareció olvidarse de sus declaraciones en los tiempos que fue electo: “cuando la delincuencia ocurra, hay que atacarla. Si quieres atacar la droga, no es atacando a balazos a los que la trafican, sino teniéndolos afuera. Es tan fácil como identificarlos y seguirlos con cámaras”, según Proceso.
Tan fácil, que no se ha hecho.
Si, es cierto, el tema de la autonomía siempre estará abierto. Pero ya es hora que se vayan buscando otros argumentos y tomando acciones. Es momento para que el rector tome las acciones necesarias para garantizar la seguridad de sus alumnos y mantener la grandeza de la institución. Es tiempo que el “jefe nato” le arrebate esa potestad a quienes han querido disputársela, parece que con éxito.