Los líderes luchan todos los días con enemigos que en la mayoría de los casos no están afuera, sino dentro de su organización y, en ocasiones, llegan a ser los que les aseguran cercanía, lealtad y amistad. Quien vive un momento así es Donald Trump, presidente de Estados Unidos. En una clara intención por deponerlo, integrantes de su equipo de trabajo de manera abierta y hasta de forma anónima, lanzan acusaciones, inventan historias, según Trump, con el objetivo, al menos, de impedir su reelección dentro de dos años. El periodista Bob Woodward, quien en 1974 junto con Carl Bernstein reveló el escándalo Watergate que obligó a Richard Nixon a renunciar, hoy se lanza a la carga contra Donald Trump con su libro Miedo: Trump en la Casa Blanca. En política nada es casualidad, es claro que el texto que saldrá a la venta el 11 de septiembre es un encargo de republicanos y demócratas que se sienten incómodos con el estilo, las formas, las decisiones y los resultados del gobierno de Trump, a través de historias, relatos y acciones de sus trabajadores que buscaban frenar las decisiones del hombre más poderoso del mundo. En enero de este año Fuego y Furia: en las entrañas de la Casa Blanca de Trump, de Michael Wolf, se convirtió en el primer trabajo periodístico que mostró el comportamiento de un Trump obsesionado con el triunfo que finalmente logró y las opiniones de los trabajadores de la Casa Blanca que lo consideran no apto para la Presidencia de EU. Ambos libros han provocado la ira del empresario convertido en presidente, y no es para menos, más allá de si es apto o no para el cargo, si cae mal o bien, el problema central es que quienes lo atacan son sus propios colaboradores, lo que plantea un problema ético digno de señalar. Los que se han manifestado en contra del estilo de Trump, se mantienen cómodamente en sus puestos de trabajo, si no son corridos, con salarios nada despreciables. Nadie en la Casa Blanca es capaz de ejercer su objeción de conciencia, presentar su renuncia y de dedicarse a otra cosa. The New York Times publicó una columna “anónima” de un colaborador cercano a Trump quien revela que pertenece a una “resistencia” para frustrar la agenda del Presidente de Estados Unidos. El texto, que fue analizado en su sintaxis, contiene la palabra “lodestar” que sólo uno de los colaboradores de Trump usa; el vicepresidente Mike Pence. La Casa Blanca es el reflejo de Estados Unidos, un grupo de personas ensoberbecidas con el poder que, sin miramientos, se traicionan los unos a los otros. Me pregunto en cuantos gobiernos y partidos políticos se escribe la misma historia.
Corazón que sí siente
La UNAM y su Rectoría necesitan de todo nuestro apoyo con acciones claras en favor de la seguridad de sus estudiantes. Lo fácil es desmarcarse, lavarse las manos con el argumento de la autonomía. Urgen decisiones valientes.