Hay una noticia buena y una mala en el caso del exgobernador de Veracruz y el proceso que se sigue en su contra.
La buena es que se comprobó que Javier Duarte es culpable de dos delitos. La mala, que gracias a los beneficios de la ley, la sentencia fue más corta a la esperada por la opinión pública y podría ser más breve en el caso que su defensa solicite acogerse a otras ventajas.
Duarte y sus abogados eligieron ceñirse a un proceso judicial abreviado y en una audiencia el miércoles pasado en el Reclusorio Norte, se declaró culpable de los delitos de asociación delictuosa y operaciones con recursos de procedencia ilícita, mejor conocido como lavado de dinero.
“Con base en los principios de institucionalidad y legalidad que rigen mi conducta, sí su Señoría” le respondió al juez Marco Antonio Forte Tapia cuando le preguntó si aceptaba la responsabilidad de las acusaciones en su contra. Al reconocerse culpable, recibí una condena de nueve años de prisión, una multa de 58 mil 980 pesos y el decomiso de 41 propiedades entre terrenos y bienes inmuebles. La sentencia es ínfima comparada a la expectativa que se había creado entre la sociedad, que todavía no termina de conocer la cantidad de dinero público que se desvió durante la gestión de Duarte. Esa condena es resultado de un acuerdo muy bien planchado en el que tanto la PGR como el acusado, ni ganan ni pierden todo.
Hace un mes contaba en esta columna cómo la PGR de Jesús Murillo Karam había ofrecido a la defensa de Elba Esther Gordillo declararse culpable del delito de lavado de dinero, ser condenada a cinco años de prisión y quedar libre al final de este sexenio. Los abogados no aceptaron, pelearon, consiguieron amparos, lo que a la postre resultó en la exoneración de la maestra. En el caso de Duarte, la Procuraduría acreditó los delitos, evitó que le echaran abajo elementos de prueba y logró la reparación del daño.
Entre abogados hay opiniones divididas sobre la estrategia que se siguió. Algunos sostienen que la última opción es hacer que el cliente se autoincrimine. Del lado de las autoridades, hay más optimismo. El vaso medio lleno o medio vacío, depende el lado que se vea. Pero en la arena de la opinión pública, los acuerdos y los juicios breves no son bien vistos, aunque sean legales. Menos en esta época donde prometer llevar a la cárcel a los antecesores ha sido la clave para que varios candidatos hayan ganado elecciones. De eso se salvó López Obrador, aunque hoy le toque pagar los platos rotos de la sentencia de Duarte.
CONTRASEÑA: “Siempre quise ser presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía” cuenta el diputado por Morena Sergio Mayer Bretón. Tal fue su sorpresa –y molestia– cuando se enteró que había quedado en manos del PES, que el pasado lunes decidió interrumpir su participación en el Congreso Internacional de Conservación en Washington para regresar a la Ciudad de México y pelear por presidirla. Al final lo consiguió “como todo lo que me propongo”, sentenció.