La estrategia legal de sus abogados tenía la ruta bien trazada. Javier Duarte se ciñó a la misma: declararse culpable, primero, para no prolongar más el juicio en su contra; segundo, para comenzar la cuenta regresiva de su libertad.
Cuando lo vi el lunes en el Reclusorio Norte, y conversamos por espacio de casi dos horas, el ex gobernador de Veracruz ya sabía lo que vendría. Lo dejó entrever en sus palabras y en los mensajes que envió.
“Tenían que encontrar un pagador y ese pagador fui yo”, me dijo. Y aprovechó para mandar un recado: “Sigo siendo institucional y leal al jefe de las instituciones, sigo siendo un soldado del Presidente a pesar de todo. Así es mi educación, mi formación. A pesar de vivir traición tras traición. A pesar de que personas disque cercanas a mí han declarado babosada y media, así me pienso morir, con mis principios y valores. Desde el principio decidí apoyarlo (al Presidente), desde hace años tenemos una relación institucional y personal, que para mí continúa. Y eso no significa que vaya a haber ayuda de la PGR. Han sido agresivos e implacables en mi caso. Estoy seguro que no cambiará”. Que lo descifre quien quiera descifrarlo, y lo entienda quien deba entenderlo.
Esa mañana de lunes, le comenté que la percepción de la opinión pública, tras la libertada Elba Esther Gordillo y la reclasificación que hizo la PGR de uno de sus delitos, el de delincuencia organizada por asociación delictuosa, era que estaba cerca de abandonar la cárcel. Le pedí que me diera una entrevista si esto sucedía pronto. “Yo no veo cerca el final”, me contestó. “Todavía estaré por aquí un tiempo”, aseguró.
Duarte fue sentenciado a nueve años de prisión que serán la mitad por buena conducta, de esos cuatro años y medio, lleva ya año y medio cumplido… en tres años estará en la calle. Durante los próximos tres años, deberá seguir hablando “todos los días por teléfono hasta Londres” con sus hijos y su esposa, Karime Macías. El “pagador” Duarte, parece haber calculado los tiempos, pero también revisado la realidad política. Sabía la sentencia que le esperaba, prefirió inculparse que agotar su defensa. El tufo es de pacto,de arreglo en lo oscurito. La percepción no es de justicia. De nuevo, el papelón lo hizo la PGR que va de ridículo en ridículo.
-Off the record: El mismo subprocurador de PGR, Felipe Muñoz, que judicializó su caso, y el mismo juez, Marco Antonio Fuerte, que lo declaró imputable… ambos, los que le abrieron la puerta a Javier Duarte, son los que han estado detrás de Sergio Palacios Trejo, titular de la Central de Abasto en CDMX, para destituirlo y procesarlo. Extraños caminos de la “justicia”… La operación, con pinzas, para que el PES no presidiera la Comisión de Salud en la Cámara de Diputados, pasó por las manos del diputado y próximo subsecretario de Gobernación Zoé Robledo. Para su jefa, la próxima titular de Gobernación Olga Sánchez Cordero, era fundamental, pues no pocos temas progresistas, donde la ministra ha fijado postura, como aborto y legalización de drogas, pasarán por ahí.
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Duarte sabía lo que venía
Cuando lo vi en el Reclusorio Norte, y conversamos durante casi dos horas, el exgobernador ya sabía lo que vendría