No sólo lo elogia por confesar que la regó al prohibir el consumo de la mota y otras drogas, sino que al estilo de Ernesto Zedillo y por motivos similares, Andrés Manuel López Obrador tratará de tener una Suprema Corte de Justicia de la Nación a modo.
No, no va a reducir a la mitad el número de ministros, como lo hizo Ernesto en 1994, pero pretende deshacerse de algunos cuantos magistrados que podrían resultarle incómodos en su administración.
En diciembre de 1994, unos cuantos días después de tomar posesión, Zedillo mandó una iniciativa al Congreso para reformar el Poder Judicial de la Federación, propuso, entre otras cosas, reducir de 26 a 11 el número de integrantes del supremo tribunal, y que éstos fueran aprobados por mayoría calificada en la Cámara de Senadores. Por esta decisión, el grupito chiquitito, pero poderoso, de malosos que denunció el entonces mandatario, se le fue encima; lo calificaron de autoritario y hasta de haber dado un golpe de Estado porque la susodicha iniciativa se aprobó mediante el clásico fast track sin quitarle ni una coma. Lo acusaron también de no querer convivir con varios ministros que había designado Carlos Salinas de Gortari, y otras cosas horribles, horribles.
Pero como a Zedillo le valía madres lo que dijeran sus detractores, se aprobó la reformita, y de entrada mandó a su casa, bien forrados de billetes, claro, a varios ministros de quienes sospechaba, nada más sospechaba, eran medio corruptos o corruptos y medio. Así, la nueva Corte se integró con 11 ministros sugeridos por él mismo. Con el paso del tiempo, varios de los elegidos en aquel entonces se fueron corrompiendo, y hoy la Corte, la Judicatura, bueno el Poder Judicial de la Federación en su conjunto parece estar en la misma situación de 1994, antes de la reforma en cuestión. De modo pues, que, así como Zedillo integró una nueva Corte argumentando que el país requería ministros honestos y competentes, Andrés Manuel quiere lo mismo: honestidad valiente y cero corrupciones, incluyendo la mental, en el máximo tribunal de justicia de la nación.
¡Sí, sí que muera la corrupción! Han declarado varios ministros, aunque algunos se han mordido la lengua. ¡Nombres, nombres! Pide el respetable. ¡Pues pregúntenle a “ya sabes quién”, al que padeció en 2004/2005 el tormento sicológico del desafuero, al que ha puesto en duda la honestidad de los integrantes del Poder Judicial, en fin, a quien no quiere gobernar con algo parecido a la Corte de los Milagros. ¡Tómenla ministros! A quienes les venga el saco, claro.
AGENDA PREVIA: Los dinosaurios priistas del siglo XX acuñaron muchas frases que resumían de manera inmejorable los usos y costumbres de la clase política. Una de esas frases, atribuida al ideólogo tuxpeño Jesús Reyes Heroles, quien fuera secretario de Gobernación fue: “La Secretaría de Gobernación no debe verse ni oírse, debe sentirse”. La frase viene a la memoria del columnista, porque Olga Sánchez Cordero, quien será titular de esa dependencia en la administración de AMLO, pretende renovarla, y emular a Don Jesús. ¡Pero si no le llegas ni a los talones, amá! Apuntan los observadores políticos.
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AMLO quiere ser como Zedillo
Tratará de tener una Suprema Corte de Justicia de la Nación a modo; pretende deshacerse de algunos magistrados