Me declaro incompetente

Antes de los debates sobre la construcción del NAIM, tenía decenas de preguntas

En las últimas semanas hemos escuchado, en cascada, opiniones de expertos –y no tan expertos- sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Me ha tocado moderar mesas en MVS noticias (y en ADN 40 hoy por la noche otra), sobre qué proyecto es mejor, Texcoco o Santa Lucía, por qué uno es inviable y el otro no, por qué uno conviene y el otro perjudica, por qué uno es seguro y el otro un peligro, por qué, por qué, por qué… Sin tachar o palomear uno u otro, he oído con atención los argumentos a favor y en contra, con ánimo de hacerme de información para tomar una postura. Es ocioso repetir lo que me dijeron desde Heriberto Salazar, presidente del Colegio de Pilotos Aviadores de México, hasta el próximo titular de la SCT Javier Jiménez Espriú, el ingeniero Gabriel Quadri, el capitán Francisco Gómez Ortigoza, director técnico de ASPA, el exdirector de Conagua José Luis Luege Tamargo… Todos son expertos en su campo. Creo que detrás de cada uno hay interés genuino para que el proyecto que se ponga en marcha, sea el mejor. Ninguno arriesgaría la seguridad de usuarios y pilotos. El asunto es que después de escucharlos, en lugar de tener claridad, terminé más confundido. Seguro le pasa a más de uno. No soy experto y estoy lejos de ser un técnico con un mínimo conocimiento profesional. Por tanto, me parece irresponsable participar en una consulta sobre un tema tan complejo. No tengo nada que hacer opinando sobre aeronáutica civil, especies endémicas, impacto ambiental, ciclos migratorios de aves, hundimiento del subsuelo, materiales de construcción, mantos acuíferos… Por supuesto soy un convencido de la democracia participativa, pero pienso que esa democracia debe llevarnos a colocar en los espacios de toma de decisión a los más capacitados para hacerlo. En esto, me declaro ignorante. Y me parece peligroso que una decisión estrictamente técnica, donde estaría en juego la vida de millones de pasajeros y en la que se invertirían miles de millones que podrían beneficiar o perjudicar a millones de personas, recaiga en quienes no sabemos más allá de lo que escuchamos y alcanzamos a entender. Antes de los debates, tenía decenas de preguntas. Una vez terminados, me quedé con más, porque muchas de las respuestas de los especialistas, chocan entre sí. No sé si Texcoco es el lugar óptimo, tampoco si el proyecto anterior en el mismo sitio, cancelado en 2002, era mejor. Ignoro si Santa Lucía puede operar de manera simultánea al actual AICM. Unos me dicen que sí, otros que no. Hay quien opina que es un error la modificación que se hizo en el trazo de pistas en Texcoco y que, al existir un lago al que llegan cientos de miles de patos cada año, a una distancia menor a 8 km, se potencia el riesgo para despegues y aterrizajes. Unos consideran a Texcoco solución aérea para 60 o 70 años, otros opinan que ahí se antepusieron intereses comerciales e inmobiliarios. ¿Y si ponemos la decisión sólo en manos expertas? ¿Si mejor dejamos que sean los estudios técnicos los que califiquen cada opción? Creo que sería lo responsable.   M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM @MLOPEZSANMARTIN