A la caza del despilfarro

Los equipos de transición de AMLO no hallan dónde hacer recortes de la alta burocracia

En los equipos de transición del próximo gobierno andan con el Jesús en la boca. Por un lado, están viendo complicadísimo aplicar la cuota de recortes que se fijaron para la “burocracia dorada” – 30% al menos- para cumplir con los ahorros que requiere Andrés Manuel López Obrador para aplicar a otros programas. Y por el otro, no han encontrado los cofres del tesoro, ni las partidas secretas que esperaban hallar en la gran cueva del Servicio Público. ¡Con decirles que hasta han buscado la partida de los moches hasta por debajo del tapete y no la encuentran! (Alguien tendrá que explicarles cómo operaba esa historia, porque partida de moches no hay tal cual). A medida que los funcionarios actuales les van explicando a sus contrapartes cómo funcionan sus dependencias y el personal con el que realizan las funciones más importantes que les corresponden, sus relevos guardan silencio. No es lo que esperaban. La realidad que les presentan dista mucho de las historias que les contaron, o que se contaron… Al menos, no está ahí. Porque resulta que ese 30% que quieren reducir del personal de confianza en las distintas secretarías, es precisamente el que mejor labora y el más calificado en sus funciones. Es ese grupo de la alta burocracia –les indican-, los que “jalan” al resto de trabajadores, a los sindicalizados. Los funcionarios que están por asumir el 1° de diciembre próximo escuchan con escepticismo. No saben si creer o no. No saben si jugarse el albur de despedir a rajatabla a todo el personal de confianza y, en una de ésas, tampoco saber ni siquiera cómo echar a andar su secretaría de Estado. ¿Se van a deshacer de gente a la que ha llevado preparar más de 10 o 15 años para ejercer las funciones que hoy realizan? Están en un embrollo. Las ganas de significarse en la llamada “austeridad republicana” los está llevando a cometer errores –comienzan a notarse- que, aplicados ya por todo lo alto en el gobierno, pueden resultar contraproducentes. Si no es que desastrosos. Veamos un caso sencillo para ilustrar: en el Senado, la bancada de Morena buscó también recortar plazas (lo cual no está mal per se, sino en el cómo y dónde) y decidió que el director de Comunicación Social del Senado fuese a la vez el vocero del Grupo Parlamentario de Morena. Hizo de los dos cargos que existían en las anteriores legislaturas –siempre un director para la institución, el Senado; y otro para cada grupo parlamentario-, uno solo. Los unificó. Qué ocurrió. Pues lo que tenía que pasar: se les hizo bolas el engrudo. Porque una cosa es el Senado como institución, plural por excelencia; y otra el grupo parlamentario de Morena (o de cualquier otro partido) y sus propios intereses. El tuit que subieron a la cuenta de Twitter del Senado este fin de semana –“A 208 años de la independencia de México, el Senado mexicano adquiere plena legitimidad rumbo a la #CuartaTransformación de la República”– es producto precisamente de una contradicción conceptual. Contradicción a la que se llega en nombre de la austeridad. Podrá decirse que el incidente es “menor”. Quizás, pero es significativo. Y sobre todo, es advertencia sobre lo que pudiera ocurrir con otras variantes y en otros espacios de mayor riesgo. En cuanto a los tesoros perdidos, andan fríos...

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GEMAS: Obsequio de Andrés Manuel López Obrador: “Para vivir en Palacio Nacional necesito nomás una partecita…; sólo un pequeño espacio para tener un catre y dónde colgar la hamaca”.

 

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@MARTHAANAYA