El viernes pasado, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), lanzó un comentario terriblemente provocador: “En cuanto a la intervención militar para derrocar a Nicolás Maduro, no debemos descartar ninguna opción”. A esta declaración los países del Grupo de Lima, al cual pertenece México junto con otros 10 países, reaccionaron rápidamente y expresaron “su preocupación y rechazo ante cualquier curso de acción o declaración que implique una intervención militar o el ejercicio de la violencia, la amenaza o el uso de la fuerza en Venezuela”. Por su parte, The New York Times documentó que el gobierno de Donald Trump ha sostenido reuniones con integrantes de la oposición venezolana en el exilio para pedir una intervención militar y deponer al presidente Maduro. Antes que una intervención armada en Venezuela observo que se está gestando una guerra civil promovida por los venezolanos en el exilio con el apoyo político de Estados Unidos. En caso de que Venezuela reprima un alzamiento civil, podríamos ver un primer apoyo triangulado de información de inteligencia, táctico y político de EU contra el régimen de Maduro a través de la resistencia al interior del país. La intervención indirecta del gobierno de Trump en una posible guerra civil en Venezuela puede distraer la atención de la opinión pública de EU que está a punto de ir a las urnas en noviembre en medio de escándalos públicos y privados que comprometen al presidente de ese país, y que pueden hacer perder las mayorías legislativas al Partido Republicano. La última intervención militar de los Marines de EU para deponer a un presidente latinoamericano fue en 1989, cuando George Bush autorizó la operación Causa Justa para dimitir al dictador panameño Manuel Antonio Noriega. En esa ocasión, Bush habló con el presidente Carlos Salinas de Gortari para informarle que la operación iba en curso. México, por supuesto, se opuso públicamente pero no había margen de maniobra en términos geopolíticos. La crisis humanitaria es innegable, se calcula que hay 4 millones de venezolanos que han huido del país, México cobija a, al menos, 30 mil de ellos. La gente se está muriendo de hambre y no hay acceso a medicinas. Esto no es propaganda yanqui, es una realidad. También hay evidencias de que políticos y militares vinculados con el gobierno de Maduro participan en el tráfico de drogas que llegan de Colombia y van a Europa. Sin embargo, una intervención militar unilateral por parte de EU o respaldada por una coalición de países, generará un mayor número de muertes, mayor número de refugiados y la destrucción de la economía venezolana. México debe apoyar la solución pacífica, aunque la guerra civil se ve en el horizonte. AGENDA ESTRATÉGICA. Jornada Internacional sobre Justicia Transicional, Universidad Anáhuac, 24 de septiembre: www.anahuac.mx/mexico/EscuelasyFacultades/estudiosglobales/eventos/jornada-internacional-sobre-justicia-transicional
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