Una de las grandes incógnitas de la ciencia es ¿Qué nos hace valientes? ¿Qué sucede en el cerebro cuando alguien rompe sus miedos? ¿qué se activa y desactiva con el arrojo y la urgencia de salvar la vida? La ciencia aún no concluye sobre ese tema, pero no hace falta en la historia de Zunduri, de 21 años, quien se atrevió a huir de sus captores y denunciarlos.
Su caso debería ser excepcional en pleno siglo XXI, pero no lo es. Durante cinco años fue esclava de una planchaduría en la delegación Tlalpan, donde vivía encadenada. Su resistencia es digna de ser estudiada: quemada, golpeada, obligada trabajar 16 horas seguidas, se alimentaba de bolsas de plástico y bebía el agua de la plancha. De nuevo: algo sabrá la ciencia de lo que pasa en el encierro, pues el metabolismo de Zunduri se deprimió y su cuerpo adoptó la apariencia de una anciana.
En la cornisa de la muerte, Zunduri activó sus mecanismos de supervivencia.
Era eso o morir encadenada a la calefacción. Gracias a un coraje inmenso, escapó y denunció ante la Procuraduría capitalina, que logró la captura de la familia que la secuestró: 30 años de cárcel para cada uno, gracias a la ley general antitrata de personas.
¿La misma reacción cerebral que Zunduri habrá tenido Areli, una chica que fue raptada cuando tenía 14 años de edad por un amigo? Un día, con amenazas, la obligó a ir con él a Tlaxcala para entregarla al terrible padrote Noé Quetzal Méndez Guzmán, un viejo capo de la explotación sexual, quien la prostituyó en las calles de la Ciudad de México.
Areli es otra heroína sin capa, de espíritu fuerte: logró escapar, a pesar del miedo a las amenazas de la familia Méndez Guzmán. Las consecuencias fueron graves: Noé Quetzal ordenó y cumplió asesinar al padre de la chica.
A pesar de eso, Areli halló la audacia para denunciar a su victimario ante las autoridades. Afortunadamente, la titular de la Fiscalía de Trata de Personas, Juana Camila Bautista, estuvo a la altura de una valiente como ella y cazó a ese animal, al que no le alcanzará la vida para agotar su sentencia de 82 años en la cárcel.
Estos dos casos son parte de las historias de las que se habló el 14 de agosto en el Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, donde dieron a conocer los resultados del análisis de sentencias emitidas entre 2012 y 2017.
Ahí, heroínas y autoridades mandaron un mensaje contundente: a la trata de personas se le combate sin respiro. Y ahí las cifras: 87% de las sentencias fueron condenatorias y sólo 13% absolutorias. Sobresaliente trabajo del jefe de Gobierno y su equipo.
¿Qué las hizo valientes? ¿Qué las hace amorosamente bravas? Mientras la ciencia llega a un consenso, yo tengo una idea: lo que las salvó, y salvará a más víctimas, es una cadena de #CorazonesUnidos que se movilizan. La energía de miles de personas que mandan otro mensaje poderoso: ten coraje. El resto de tu vida te está esperando y es maravilloso.
ROSI OROZCO
COLABORADORA
@ROSIOROZCO
Rosi Orozco: Heroínas de carne y hueso
Zunduri fue esclava de una planchaduría en la delegación Tlalpan, donde vivía encadenada