Héctor Serrano Azamar: Oposición sin propuesta

Aunque la oposición ya dio muestra de su existencia, exhibió su peor rostro, el de una oposición sin rumbo, confundida y, lo que es peor aún, sin propuesta

Cuando el PRI gobernaba este país a su antojo y conveniencia, de manera totalitaria y comportándose como un partido de Estado, fue gracias a la oposición que se lograron los mayores avances en materia electoral, dando como resultado que en el 2000, el partido en el poder perdiera por primera vez la Presidencia de la República. Hoy en día, la oposición sigue siendo una parte fundamental de nuestro sistema democrático, los contrapesos que puede generar son necesarios en el equilibrio del poder, pues limitan cualquier intención de establecer regímenes totalitarios. Nada sería más perjudicial para el país que volver al pasado. No obstante, tampoco puedo afirmar que el país requiere de una oposición cualquiera que esta sea y, de cualquier manera. Si bien es cierto que por su propia naturaleza están obligados a oponerse a los designios del gobernante en turno; también es cierto, que esta oposición carece de valor cuando su único objetivo es estar en contra de la mayoría gobernante sin aportar ninguna propuesta. Desde el aplastante triunfo de Morena, no habíamos tenido ningún elemento contundente para afirmar que la oposición seguía existiendo, los otros partidos políticos parecía que habían desaparecido; hasta la semana pasada, cuando dos claros ejemplos nos recordaron que la oposición a Morena sigue vigente. A la petición de Martí Batres, presidente del Senado, de eliminar los gastos con cargo al erario de los alimentos de los senadores (challenge tupperware); vino la descalificación del coordinador del PRI, Miguel Ángel Osorio Chong, quien consideró dicha medida populista, pero en ningún momento generó una contrapropuesta para lograr ahorros en la administración pública federal. Lo mismo paso el jueves con la aprobación de la Ley Federal de Remuneración de los Servidores Públicos, Morena hizo uso de su mayoría y logró concretar una de sus promesas de campaña, que ningún funcionario público gane más que el presidente. En la discusión que duró seis horas, la oposición trató de establecer condiciones, pero sin una idea clara, ni propuesta previamente elaborada. Lamentablemente para el país, aunque la oposición ya dio muestra de su existencia, también exhibieron su peor rostro, el de una oposición sin rumbo, confundida y, lo que es peor aún, sin propuesta. Tal vez aprovechando que los últimos 15 días para Morena no han sido los mejores y que la población comienza a mostrarse inquieta por la falta de claridad en algunas de sus promesas, decidieron subir al ring. Pero hacerlo en esas condiciones sólo les traerá más críticas de la población en general, que ve en las medidas de austeridad la oportunidad perfecta para acabar con el dispendio público y, de paso, castigar a la clase política nacional. La oposición debe enaltecer el rol que hoy le toca jugar en el escenario nacional, pero para ello están obligados a pasar de las críticas a las propuestas.