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No hay gobernante infalible

Hay y habrá gobernantes que creen que son invencibles por la contundencia con que llegan al poder

OPINIÓN

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En la historia hay ejemplos de pueblos que se embelesan con sus líderes a tal grado que se enceguecen o se hacen de la vista gorda ante los errores y las malas acciones de sus gobernantes. La historia misma registra en todos los casos cómo esos pueblos se toparon con la realidad, cómo las crisis en que se sumieron fue muchas veces consecuencia de un ejercicio personalista del poder que se saltó la ley y las instituciones, que hizo oídos sordos de colaboradores y asesores, que persiguió la libertad de expresión y el derecho a la crítica y a la disidencia. Ahí están Hitler, Lenin, Chávez y Nixon. Actualmente hay serias preocupaciones acerca de la posibilidad de que eso ocurra en el país ante la contundencia con la que el Presidente electo recibió el voto de la ciudadanía, al grado de vencer a sus contendientes en todos los estados, excepto uno (hazaña de carro completo poco común en la moderna vida electoral del país desde que existe el Instituto Nacional Electoral). La permanente presencia proselitista a lo largo y ancho de la geografía nacional desde 2006, junto con el rechazo al actual régimen priista, derivaron en un creciente ánimo pro AMLO en todas partes. En esta situación, no es difícil que tanto el Presidente electo como sus seguidores se consideren infalibles, borrando de un plumazo la democracia con decisiones personalistas opuestas a los consensos sobre la vida pública del país. Hay y habrá gobernantes que creen que su misión es un designio divino, que su intervención en los destinos de los pueblos es providencial, que son invencibles por la contundencia con que llegan al poder. No parece, afortunadamente, que éste sea el caso de México. La madurez democrática de la ciudadanía no está muy dispuesta a tolerar abusos y excesos, tampoco los colaboradores de Andrés Manuel comerciarán con la complicidad a cambio de renunciar a su deber. Así las cosas, hoy más que nunca es necesario poner en claro que Andrés Manuel López Obrador, como cualquiera, se equivocará y cometerá errores, como se equivocó y los cometió en el pasado. Pero esto no es lo importante puesto que es una condición humana. El propio Andrés Manuel ha hecho buena parte de su campaña desnudando y exhibiendo la corrupción de todo un régimen. No es lo mismo ser opositor que gobernante. Un buen candidato no se asegura por este hecho la infalibilidad en tanto que es gobernante. Nombrar a Manuel Bartlett Díaz al frente de la Comisión Federal de Electricidad es uno de los primeros errores del virtual Presidente electo, nadie olvida que fue representante y operador del gobierno que cometió el primer gran fraude de la democracia mexicana. Diacrítico: Un mal nombramiento no descalifica un proyecto, pero expresa que la infalibilidad no es humana.