La crisis político-social por la que atraviesa Nicaragua, ha empañado el reflector de la grave situación humanitaria que sufre Venezuela, y es que ambos mandatarios, los de la llamada corriente bolivariana, utilizan el mismo manual para reprimir.
En Nicaragua la chispa que encendió el enojo fue el anuncio de un ajuste al sistema de pensiones, que consideraba un aumento de las cuotas obrero-patronales y una disminución de 5% de las pensiones, por recomendación del Fondo Monetario Internacional.
Lo que en un principio fue un reclamo de trabajadores nicaragüenses, hoy es un movimiento que impulsan estudiantes, hartos de su régimen que exigen unas nuevas elecciones.
Para Venezuela, 2013 fue el año del quiebre: la muerte de Hugo Chávez permitió el ascenso al poder de Nicolás Maduro, pero su llegada precipitó el cantado resquebrajamiento de esa nación.
Fueron precisamente los jóvenes venezolanos quienes dieron fuerza a la oposición para tratar de quitar al chavismo del poder, llamando a nuevas elecciones. Pero después de cientos de muertos en casi cinco años, no ha sucedido nada y Maduro sigue bailando.
Ortega, como Maduro, utiliza paramilitares para reprimir a la oposición; las llamadas “turbas sandinistas” en Nicaragua y los “colectivos" en Venezuela, pero según ambos regímenes esos civiles armados no existen.
El enemigo común y quien los quiere echar del poder es el imperialismo yanqui, nunca su ineficiencia administrativa y mucho menos su ambición de perpetuarse en el poder.
Para ambos gobiernos represores, los muertos (en los primeros 100 días de conflicto Nicaragua registró 448 y Venezuela, en 2017, saldó cinco mil 535), son números inflados por las ONG auspiciadas por Estados Unidos.
No hay que olvidar que los hospitales en Venezuela no tienen insumos, mucho menos medicamentos para enfermedades terminales como el cáncer, esto sin dejar fuera el desabasto de productos básicos. O la última de Maduro, gasolina sólo para los chavistas.
Un ejemplo claro de la debacle en Venezuela es el estado de Zulia, colindante con Colombia, el cual durante al menos 100 años abanderó la explotación petrolera y la bonanza de ese país. Hoy sus calles se encuentra llenas de basura, los apagones son lo habitual, sufren una crítica escasez de agua y, aunque parezca increíble, un fuerte racionamiento de gasolina.
La crisis y represión que viven ambas naciones, ya tiene un fuerte impacto en casi todo el continente e inclusive en México y no se diga en Europa, se estima que de Venezuela han huido entre 1.6 y cuatro millones de ciudadanos desde 2014.
Nicaragua, en cuatro meses de conflicto, ya provocó el éxodo de al menos 23 mil nicaragüenses, pero Ortega dice que tal crisis no existe y sólo unos cuantos son los revoltosos que, entre otras cosas, le contabilizan los muertos que no son parte de su represión, ¿Cuánto más podrán aguantar esas sociedades?
Los frutos bolivarianos
Los jóvenes venezolanos dieron fuerza a la oposición para tratar de quitar al chavismo del poder
