Todos los cambios políticos del mundo producen escenas y símbolos en los tiempos de la transición o en el limbo mutante entre lo que ya no es, o comienza a ya no estar, y lo que ya es, pero aún está por ocurrir, es decir: por ser.
Hemos visto, por ejemplo, atisbos, quizá algunos brochazos azarosos de la personalidad y la forma de gobernar que podemos anticipar en Andrés Manuel López Obrador, una vez que asuma el poder.
En lugar de los golpes de poder (o de rencor o de ignorancia, o de torpeza) que se predecían, lo que hemos visto en López Obrador es un pragmatismo puro, muy de política neoliberal, o de viejo político, cuya sobre vivencia radica en el instinto. Y de instinto, El Peje se come dos puños.
¿Respetará en efecto los equilibrios de poder y el Ejecutivo no será más un poder de poderes? Lo más importante: ¿AMLO no intervendrá en los otros poderes y las bancadas de Morena en la Cámara de Diputados y el Senado respetarán los equilibrios o avasallarán desde el nuevo poder que constituirán?
Una escena insólita del cambio que ya se reproduce en la piel política del país ocurrió ayer en la sesión de constitución de la LXIV Legislatura.
Fue como si en un instante cayeran 30 años de historia política marcada por el salinismo y la emergencia de los gobiernos de facto que alternaron PRI y PAN. Eran otros los puños y diferentes los rostros de la victoria y de la derrota; y fue otro el grito que estalló impulsado por la nueva ola del poder, la ola Morena:
“¡Es un honor estar con Obrador!, ¡es un honor estar con Obrador!”. El Congreso será un balcón vital para mirar el cambio, porque ahí ocurrirán las grandes batallas políticas y las decisiones importantes.
Las que ganarán el presidente, Morena y sus aliados a golpe de votos, y las votaciones que perderán los partidos de oposición, igual que las izquierdas en tiempos de Salinas. El corazón del asunto estará en quién ganará los debates. En el pasado, fue la izquierda. ¿Serán capaces de hacerlo las bancadas del PRI y del PAN?
Dependerá de su capacidad de erigirse como una oposición razonada, pero, sobre todo hasta dónde impondrá AMLO su poder y el de Morena.
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