Entre los países grandes del mundo, China es el que tiene un modelo de gobierno que al menos, en términos muy generales, puede decirse que tal vez haya servido como modelo a la idea de los llamados "vicegobernadores" o "coordinadores" estatales.
En China, la administración pública está prácticamente formada por dos estructuras. La electa está encabezada por el gobernador de la provincia; la política está a cargo del secretario general del Partido Comunista en la región.
Adivinen quién manda.
El tema parece funcionar bien en China, hay que decirlo. Después de todo, ha sido un arreglo desde hace más de medio siglo y en el país hay una comprensión de los respectivos papeles. Sin duda debe haber tironeos, pero dentro de los marcos establecidos por un sistema donde el partido es el eje de la vida política, económica y social.
Entre otras cosas, eso permite ciertamente hacer un eficiente ataque a la corrupción —aunque no su desaparición como lo atestan decenas de miles de casos anuales— y el ejercicio de la autoridad política respaldada cuando sea necesario, por la fuerza del Estado nacional.
Para China ha funcionado. El sistema le ha permitido desarrollar una campaña de apertura económica y social que la llevó en unas pocas décadas de regreso a los primeros sitios mundiales y convertirse en un competidor de la hegemonía de EU.
En el camino hizo experimentos fallidos y cometió errores. La omnipresente fuerza del partido es el eje de correcciones y soluciones.
La pregunta es si eso funcionará en México. Los vice-loquesean contarán detrás de si con la fuerza del Estado nacional y en muchos casos con el apoyo de los Congresos locales. Tendrán que ser más santos que santos y más prudentes que prudentes para no estar por lo menos tentados a usar políticamente sus puestos y posicionarse para convertirse en los verdaderos centros de poder de los estados donde se encuentren.
Y si no es por ambición personal específicamente sí por la realidad. Serán, a querer o no, los distribuidores de los recursos federales, los percibidos otorgadores de dádivas y contratos, el vínculo con el poder central.
No es necesario que ejerzan su poder. Basta con que lo tengan.
Viene a la memoria aquel cuento "Los Polvos del Virrey", de Luis González Obregón, en el cual un pobre escribiente labra su fortuna gracias a la apariencia de cercanía con el representante del rey de España.
Hay muchos detalles por definir acerca de los representantes o lo que sean, sobre todo en términos de la definición de sus funciones, sus límites y sus responsabilidades. Pero el hecho es que su mera presencia los haría competidores por el poder en los estados a los que vayan, y si el Congreso local está formado por correligionarios, será tanto peor para quien esté en esa gubernatura, si es de otro partido.
Pero al mismo tiempo, es claro que Morena está lejos de ser el Partido Comunista chino y aún más de tener una estructura como la de aquel.
Representantes estatales... ¿Anodinos de veras?
Para China ha funcionado. El sistema le ha permitido, de hecho, desarrollar una campaña de apertura económica