Coordinador por Raúl Trejo Delarbe y Jeanette Trejo-Quintanilla, una serie de investigadores realizaron para la Comisión Nacional de Derechos Humanos un reporte sobre la persecución a periodistas que recién empieza a circular.
El estudio es escalofriante, no porque no supiéramos que ejercer el oficio del periodismo en México es peligroso, sino por lo abrumador de la evidencia. Yo mismo acabo de publicar una novela, Todos los miedos, con ese tema que nos lacera profundamente.
En un momento crucial en México y en el mundo en donde la verdad es puesta en entredicho la libertad de expresión y el periodismo de investigación son fundamentales. Toda defensa es necesaria pero las 336 páginas del reporte son una radiografía fidedigna del estado de la cuestión en el México de 2018.
Queda claro, por ejemplo, que las agresiones a periodistas vienen del Estado, pero también de los partidos políticos, las organizaciones criminales e incluso organizaciones civiles. No existen condiciones para desarrollar la profesión y hay lugares, como Tamaulipas que los periodistas llaman “zona de silencio”, porque sucede todo y no se publica nada. Hay muchos otros estados del país en los que los gobernadores compran a la prensa o ejercen autoritariamente el control de la misma.
Que el presidente electo mencione que “propondrá” que Gutiérrez-Vivó y Carmen Aristegui regresen a la radio ha generado muchas opiniones en contra, ya que no es labor del gobierno ejercer “presión” alguna sobre los medios para contratar o recontratar periodistas. Estamos de acuerdo. Pero también estamos de acuerdo en que es un signo de madurez política permitir un amplio espectro de periodismo crítico y alentarlo. El mejor signo sería, por supuesto, que no hubiese injerencia alguna del gobierno y que se garantizaran las condiciones de trabajo de los periodistas en el país. La Fiscalía especializada en delitos contra periodistas no ha sido un garante de nada, si leemos con cuidado el reporte. Al contrario, forma parte del problema.
Se lee en el reporte: “Las deficiencias de la democracia mexicana hacen que el periodismo profesional e independiente sea especialmente necesario. Un periodismo que investigue y permita señalar omisiones y abusos, que ofrezca el entorno de los acontecimientos y no sólo informaciones estridentes, que ejerza y propicie la reflexión, pareciera indispensable para el fortalecimiento de una sociedad enterada y a la vez crítica. Sin embargo, esas mismas deficiencias, que incluyen rezagos formidables en la aplicación de justicia, propician condiciones harto desfavorables para el desempeño profesional e independiente de los periodistas”. No podríamos estar más de acuerdo.
El tema es la democracia. La libre expresión de ideas y el periodismo crítico y de investigación, son fundamentales para sostenerla. Hace unos días a sugerencia del Boston Globe 300 periódicos de Estados Unidos se manifestaron por la libertad de expresión ante los constantes ataques del presidente quien ha llegado incluso a afirmar que la prensa es la verdadera oposición, el “enemigo del pueblo”.
Estamos en un momento crucial, lo repito. No se puede combatir la corrupción o eliminar la impunidad sin una prensa libre. No basta el “ejemplo” del presidente, su honestidad a prueba de balas. Se necesitan contrapesos y un sistema democrático. Se necesita también regular la publicidad oficial que es una oscura mano negra que orienta la balanza hacia el poderoso. El nuestro aún requiere mucho trabajo y mucha vigilancia de una prensa libre, no vendida al poder. En ciertas regiones del país, además, el “narcoestado” amenaza con derribarlo todo y en ese contexto es aún más importante luchar por la libertad irrestricta y la protección al periodismo y a las y los periodistas. Son un bien de la nación.
Es nuestra responsabilidad colectiva protegerlos a ellos y a sus familias de las amenazas constantes a su fundamental trabajo. El abuso de poder es fundamental para la corrupción. Denunciar el abuso del poder es una de las labores centrarles del periodismo. Es por ello que a quienes abusan del poder les amenaza y duele el verdadero periodismo y es precisamente por eso que hoy más que nunca necesitamos asegurarnos que puedan trabajar libremente.
Pedro Ángel Palou: Ser periodista en México
