Alfonso Rivera Domínguez: Retos de la desconcentración

La medida es conveniente porque ayudaría a ordenar y equilibrar el desarrollo de las regiones, y la CDMX ganaría en medio ambiente y movilidad

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se ha propuesto desconcentrar las secretarías de Estado y los organismos descentralizados, trasladándolos a los estados del país. La medida es conveniente, porque ayudaría a ordenar y equilibrar el desarrollo de las regiones, y la Ciudad de México ganaría en medio ambiente y movilidad. Sin embargo, es improbable completarla en un sexenio. Veamos por qué. Las dos ramas de la administración pública, centralizada y paraestatal, son numerosas. La primera agrupa 18 secretarías, más la Oficina de la Presidencia, la Consejería Jurídica del Ejecutivo y los Órganos Reguladores en Materia Energética. La paraestatal comprende 201 organismos descentralizados, empresas de participación estatal mayoritaria, fideicomisos públicos y empresas productivas del Estado que, en su gran mayoría, operan desde la capital. Mover a todos de inmediato dañaría las finanzas nacionales y abriría un socavón en la economía capitalina. Por otra parte, las ciudades de destino carecen de infraestructura y servicios suficientes para una demanda acelerada. El reto en vivienda es complejo. La mayoría de los empleados federales reciben ingresos modestos, que les dificultarían pagar rentas o créditos. Quienes trabajan por honorarios ni siquiera tienen financiamiento oficial. Hay parejas que trabajan en distintas dependencias; la desconcentración las pondría en riesgo de separación familiar. Además, habría que encontrar en cada estado, o llevar a ellos personal especializado para suplir a quienes resuelvan no salir de la CDMX. La eficacia del gobierno mermaría por una mudanza voluminosa y veloz. Quienes hemos vivido un cambio de casa u oficina, sabemos que exige tiempo y recursos que afectan, invariablemente, nuestra normalidad. Para que la desconcentración produzca los buenos efectos que se desean, tendrá que ser gradual. Fincar desde ahora sus bases normativas, organizativas y administrativas sería el primer paso, muy importante, porque así podría tener continuidad institucional hasta el momento en que concluya. Lo mejor sería empezar con las paraestatales, que ocupan la mayor cantidad de personas y edificios. Las dependencias centrales permanecerían en la Ciudad de México para coordinar, supervisar y dirigir los trabajos ordinarios y de traslado de sus organismos sectorizados. La cercanía con el presidente sería de mucha ayuda. En una siguiente etapa comenzaría la mudanza de las dependencias centrales. Durante todo el proceso, se trabajaría en la ampliación de servicios, infraestructura y vivienda donde se vaya a recibir personal y oficinas federales. Una desconcentración apresurada significaría perder la oportunidad de orientar a México hacia la equidad en el desarrollo de sus regiones.   Alfonso Rivera Domínguez DELEGADO DE SEDESOL EN LA CDMX @JALFONSORIVERAD