El sábado los consejeros nacionales del PAN nos reunimos por primera vez después de la elección reciente. Me dio gusto ver un Consejo vivo, dotado de alma y conciencia. Fue una satisfacción escuchar a más de 30 oradores que desde distintos ángulos expusieron lo que a su juicio sucedió y la ruta que debemos de trazar. No fue una sesión donde el pesimismo o el interés mezquino fastidian o desalientan, mucho menos una reunión de elogios. Fue una reunión a la altura del talante democrático y deliberativo que ha caracterizado al PAN. Los discursos fueron variados, en general muy críticos, pero pronunciados con sobriedad, lo cual evocaba más el ánimo propositivo que la intención perversa. Este episodio evidenció la fortaleza de nuestro espíritu, muy conscientes de nuestras debilidades y de la adversidad, pero también determinados a seguir luchando, seguros de lo que somos y de lo que queremos.
No pretendo hacer público lo que se dijo, no es correcto, pero sí quiero comentar dos reflexiones brillantemente expuestas por Luis Felipe Bravo Mena y por Juan de Dios Castro Lozano. No trataron de lo mismo, ni uno fue consecutivo del otro, pero sí me parece que el segundo respondía al reto que lanzó el primero.
Bravo Mena abrió el debate declarando que el 1 de julio, México reclamó un cambio y que por diversas razones, la mayoría de los mexicanos no nos consideró como la opción para encabezarlo y que el nuevo gobierno llegaba, indiscutiblemente, con gran legitimidad. Planteó un reto importante: cómo recuperar la legitimidad, la confianza pérdida. La crítica fue dura, pero le dio nivel a la discusión, para entender lo que significó la determinación de los ciudadanos, y que no abriéramos paso a un linchamiento miserable .
Castro Lozano en pocas palabras señaló que el PAN está llamado a recuperar la autoridad moral y que ello implica poner en el centro del panismo la ética, sobre todo en el servicio público. Ante el reto planteado hubo respuestas muy pertinentes referidas la identidad y a los procesos deliberativos en el PAN. Recuperar nuestra esencia o regresar al origen para fortalecernos implica entender el valor de la confianza de los militantes y de la gente, que sólo puede ser depositada en liderazgos que inspiran por sus virtudes y por su empatía. Para mover almas las buenas ideas no son suficientes.
MAURICIO TABE
PRESIDENTE DEL PAN-CDMX
@MAURICIOTABE
Mauricio Tabe: Un Consejo digno para el PAN
Este episodio evidenció la fortaleza de nuestro espíritu, muy conscientes de nuestras debilidades y de la adversidad