Javier García Bejos: Partidos a la intemperie

Los partidos en México se volvieron una plaga que atenta contra la salud pública, porque son oportunistas y escurridizos

No hay nada más complicado que permanecer a la intemperie en medio de las tormentas, en el sol del verano, el frío de las heladas mañanas del invierno; en la calle sin la protección de la casa; apenas es posible planear, ponerse en pie para enfrentar la realidad cuando sobreviene otro golpe que deja al desnudo las complicaciones, debilidades y a veces, pocas, también las fortalezas del que está sufriendo. Así, el estado de los partidos políticos en México; no hay resquicios que puedan esconder el avanzado estado de desgaste; las muchas tormentas han desdibujado sus identidades y sus ideologías; el oportunismo se ha convertido en una reinvención momentánea de personas que cambian de acera buscando aires menos fuertes o que sólo buscan la oportunidad para dejar la calle y volver a la comodidad del ejercicio del poder. Desde la visión de los ciudadanos, los partidos son vendedores ambulantes, no pagan impuestos o comercian con lo ajeno, pero no generan empatía. Los partidos en México se volvieron una plaga que atenta contra la salud pública, porque son oportunistas y escurridizos. En la intemperie de este verano, luego del resultado del proceso de julio, lo único claro, más allá de la visión de los vencedores y el insoportable silencio de los vencidos, es que no tenemos por dónde caminar sin encontrarnos con la realidad; al final: la opinión pública, las “benditas redes” y los ciudadanos de a pie, están esperando que el resultado electoral empiece por manifestarse en señales claras de los partidos políticos sobre su propio estado de salud: reconocer que están desahuciados o en terapia intensiva, que han perdido contacto con su clientela, que se equivocan profundamente cuando no alientan procesos democráticos internos que sean verdaderos canales de inclusión y participación efectiva, y peor, que los jóvenes, no encuentran en su configuración posibilidad de trascendencia. La realidad es compleja porque el común denominador es compartido: si los ciudadanos no pueden participar plenamente, si los códigos internos siguen perteneciendo a unos, si las bases sólo son visitadas de vez en vez, si las consultas sólo sirven para justificar momentos, pero no hay rendición de cuentas, ni hay democracia, ni hay reconocimiento que la aspiración de una sociedad debe ser primero la libertad y por ende, el sistema de partidos debe garantizar que la democracia trascienda a cualquier equilibrio surgido de lo electoral, entonces, debemos decir que los partidos que quedaron a la intemperie, seguirán allí, y posiblemente sólo sea cuestión de tiempo para que la siguiente helada electoral los convierta en parte de una fallida escenografía con aspiraciones democráticas. Cualquier partido que no abrace la democracia como método, que no reconozca el valor del ciudadano participativo, cualquier partido que sea incapaz de construir una agenda de futuro que reconozca el paradigma de los nuevos tiempos, la existencia de espacios políticos y una visión integral de la política para servir al ejercicio de las libertades, no habrá de sobrevivir a los relámpagos de agosto, ni al crudo invierno; hoy, desde la intemperie, la política sólo sirve para restar o para hacer penosos silencios, cuando los partidos debieran tener una tarea fundamental: defender la libertad, la democracia y la participación ciudadana.   JAVIER GARCÍA BEJOS COLABORADOR @JGARCIABEJOS