Agustín Barrios Gómez: Ambassador Cantinflas

México tiene muchos casos de personajes que hoy se aprecian en Hollywood, pero no tiene un mensaje ni coordinado ni contundente

Es difícil dimensionar los cambios en la relación bilateral México-EU de mediados del siglo XX a la fecha. Hace 60 años, México era un país pequeño, rural, pobre y pintoresco, mientras que EU estaba en la cúspide de su poder. Para los americanos era obvio que lo bueno para México, lo era para EU. Cumplidos 107 años del nacimiento de Mario Moreno, Cantinflas ( 12 de agosto), vale la pena recordar su paso por EU y lo que significó en la relación bilateral. Hay que decir que las películas dominaban la atención de toda la población. Era el único entretenimiento universal. La TV tardaría un par de décadas para estar en todos los hogares y evidentemente, no existía internet. Hasta las llamadas telefónicas de “larga distancia” eran carísimas, y sucedían muy de vez en cuando. Ése era el mundo de Cantinflas en los años 50 y 60 quien, aparte de monopolizar un enorme segmento del imaginario colectivo, tenía un talento realmente sobrenatural. Chaplin, de los personajes más brillantes de su tiempo, consideraba a Cantinflas “el mejor comediante” del mundo. Ni tardo ni perezoso, el gran político texano, Lyndon Johnson, vicepresidente de EU, usó al actor mexicano para ganar votos. En 1961, el día de las elecciones, lo llevó en su limosina descapotable para hacer campaña en San Antonio a favor de Henry González, primer mexicoamericano diputado de aquel estado. En 1965, ya como presidente, Johnson lo colocaría junto a él en sus mítines. Cuando recibió al presidente Díaz Ordaz en la Casa Blanca, diría que ambos tendrían que agradecer a Cantinflas que se dedicara a burlarse de los presidentes, en vez de ser presidente. De lo contrario, “igual y nos haría retirarnos a la iniciativa privada”. El presidente Johnson agregó: “México y EU están mostrándole al mundo lo que buenos vecinos realmente pueden lograr. Nuestra frontera se extiende casi 2 mil millas. No tiene ninguna fortificación militar. Millones de nuestros ciudadanos la cruzan cada año”. Más que alarmar a sus conciudadanos, el jefe del Ejecutivo señalaba nuestra frontera como ejemplo de paz y cooperación. Hoy se torna imposible escuchar algo semejante en la Casa Blanca. La gran ironía es que, comparado con aquella época, el nivel de cooperación e integración es infinitamente superior. En el siglo pasado el PRI hacía del antiamericanismo su causa célebre y los lazos demográficos eran una vigésima parte de los actuales. La historia de Cantinflas muestra el valor del soft power. México tiene muchos casos de personajes que hoy se aprecian en Hollywood, pero no tiene un mensaje ni coordinado ni contundente. No ha logrado traducir la sorprendentemente amplia buena voluntad para con su vecino (hoy a menudo chocante, infantil, y racista) en el respeto que se merece. ¿Qué diría el embajador Cantinflas? *Presidente de la Fundación Imagen de México, y conductor de ADN40 News