Cuando el presidente electo Andrés Manuel López Obrador se reunió la semana pasada con las asociaciones de ingenieros y dispuso que de forma gratuita y a mano alzada los presentes asintieran a asesorarle sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), nadie reparó que el actor central de la decisión a tomar quedaba ausente de la discusión: las aerolíneas.
López Obrador borró sin chistar, y de un plumazo, cualquier opinión pasada, presente o futura de las empresas que realizan inversiones millonarias y transportan a millones de mexicanos.
No les invitó, no las mencionó, no están tomadas en cuenta. Son los ingenieros especialistas en pilotes, estructuras y costos de columnas y trabes los que decidirán. Esto equivale a decidir cómo construir un hospital de alta especialidad sin tomar en cuenta a los médicos. Que decidan los ingenieros.
Así se los dijo: “Quiero que a través de las asociaciones conozcan las opciones que tenemos, y que ustedes primero nos digan qué opción es la que conviene al país”. De tal forma, este miércoles el equipo de AMLO entregará su dictamen técnico a los ingenieros, y estos tendrán un mes —hasta el 15 de septiembre—para tomar una decisión.
Ya hay molestia entre los altos directivos de las líneas aéreas. ¿Qué va a ocurrir, por ejemplo, con el pedido que montó Aeroméxico por 100 aviones Boeing, de los cuales apenas algunos le han sido entregados?
A su vez, Volaris también puso un gran pedido, de 80 aviones Airbus, que le serán entregados entre 2022 y 2026. Interjet también tiene un pedido de 35 aviones que le empezarán a entregar el próximo año.
La gran pregunta que se hacen los ejecutivos de las líneas aéreas es si vale la pena continuar con el ritmo y los planes para la apertura futura de nuevas rutas si la incertidumbre respecto del NAICM continúa. Cada avión son decenas de millones de dólares.
Hay una realidad innegable: el enfoque del presidente electo ante la saturación en el aeropuerto actual está basado en la premisa de costos. Pero esa variable es muy limitada para tomar una decisión.
Si una farmacéutica o una firma de cómputo, por ejemplo, tomaran decisiones con base en costos y sin apostar por un futuro promisorio con base en innovaciones, muchas soluciones de tecnología médica y de información, que hoy son comunes, simplemente no existirían.
La lógica de decisión para el Nuevo Aeropuerto no debería ser: “vamos a revisar si lo construimos porque somos un país pobre”; sino: “claro que lo vamos a continuar porque seremos un país rico”.
CALAFIA AIRLINES: CERO Y VAN DOS
Primero tronó un motor a inicios de julio en la ruta La Paz- Monterrey; luego se le sobrecalentó un motor el domingo pasado en Loreto. Su flota tiene 20 años de antigüedad. ¿Y la Dirección General de Aeronáutica Civil?, ¿feliz?
Aerolíneas ausentes en debate de NAICM
AMLO borró sin chistar, y de un plumazo, cualquier opinión de las empresas que realizan inversiones millonarias