Durante la Nueva España, México como parte de su territorio, era regido de acuerdo a las leyes españolas; el rey, máxima autoridad de España, delegaba su poder en los virreyes, que ejercían su poder como representantes de la corona.
La figura del virrey tenía concentradas una serie de atribuciones administrativas, legislativas e incluso judiciales, que ejecutaba en nombre del rey. A la obtención de la independencia de México, uno de los logros más importantes fue abrir paso al federalismo, con estados libres y autónomos.
Hoy, a casi dos siglos de haber conseguido un régimen independiente, parece que volvemos a esas figuras que sirven como estandarte del ejercicio del poder, con una legitimación delegada, antes por el rey al virrey, hoy por el Ejecutivo.
Los nombramientos de los coordinadores estatales presentados el 12 de julio por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, que pretenden sustituir a los delegados federales, deja ver su falta de conocimiento de la administración pública y parece más una ocurrencia, que una estrategia de ahorro.
El obejtivo, se dice, es ahorrar 35 mil mdp pero por otro lado, se anuncia condonar 45 mil mdp a deudores de la CFE. El mensaje con la creación de estas figuras conlleva además, una discriminación al total de la burocracia, como si la expertis de muchos servidores públicos no contara y todos fueran indeseables.
Aunque no se sabe con exactitud las funciones de estos “gobernadores espejo” y la base que sostendrá sus atribuciones, estos serán el vínculo entre el Ejecutivo y los gobiernos estatales. Hasta ahí todo parece ser una buena intención, sin embargo, esta desaparece cuando se analizan los nombres: 16 ostentaron un cargo de dirección estatal de Morena, 9 de ellos son candidatos electos a un cargo por ese partido y otros 6 contendieron también en las elecciones sin lograr su cometido.
En sus trayectorias carecen de experiencia en administración pública, ejecución de políticas públicas y desarrollo de programas sociales; por el contrario el perfil que tienen es más orientado al político-electoral.
El nuevo Presidente debe entender, que el problema de la administración pública no es político, sino de conocimientos técnicos y experiencia en la ejecución del gobierno federal.
Nadie se niega a una reingeniería administrativa, pero este no es el camino. Muchas alternativas pueden plantearse para ello.
Es preocupante que con esta propuesta, se pase al extremo de concentrar el poder en unos cuantos, pasaremos de un establishment basado en el derroche de recursos, a la concentración de poder en pocos.
El esquema planteado por López Obrador muestra que sigue preocupado por las próximas elecciones, es importante que actúe como estadista y no como dirigente de partido.
Asombra el silencio de casi todos los gobernadores, en este contexto, el papel de la oposición en el Congreso cobra relevancia, la cual se notará si los legisladores de oposición somos capaces de alzar la voz y entender que hoy se requerirá del apoyo ciudadano para hacernos escuchar ante esta espiral del silencio.
ADRIANA DÁVILA
SENADORA DE LA REPÚBLICA POR EL ESTADO DE TLAXCALA @ADRIANADAVILAF
Adriana Dávila: Coordinadores estatales de AMLO, 200 años de retroceso
El esquema planteado por Andrés Manuel López Obrador muestra que sigue preocupadopor las próximas elecciones