Asael Nuche: Se buscan tecnócratas en seguridad

  La crisis de violencia por la que atraviesa el país impone un enorme reto a los gobernadores electos y a los próximos titulares de Seguridad Pública. No hay espacio para la improvisación, ni para el error. A nivel nacional, durante el primer semestre de 2018 se cometieron 13 mil 738 homicidios dolosos, 15 por ciento más que en 2017; es decir: la violencia continúa escalando. En siete de los nueve estados donde hubo elección para gobernador aumentó la tasa de homicidios, sólo en Veracruz y Yucatán disminuyó. La situación es particularmente grave en Guanajuato, en donde la tasa de homicidios pasó de 8.8 a 20.2 por cada 100 mil habitantes, la más alta en su historia. Dado este escenario, ¿qué tipo de perfil se requiere para encabezar las secretarías de Seguridad Pública en estos estados? Definitivamente uno civil, puesto que el militar sería proclive a adoptar medidas de fuerza, elevando aún más la violencia en estos estados. En el marco de una política federal que se orientará a la pacificación del territorio en el próximo sexenio, adoptar perfiles militares sería contraproducente. Hoy, la mayoría de los titulares de seguridad pública estatales son civiles, únicamente cinco de los 32 provienen de las Fuerzas Armadas. Por otra parte, 75 por ciento de los secretarios de seguridad tienen menos de dos años en el cargo; es decir, quienes encabezan las instituciones de seguridad promedian pocos años al frente de ellas. Por otro lado, en su trayectoria es fundamental que cuenten con experiencia operativa relevante; sin embargo, en este rubro, del total de secretarios de seguridad actuales, sólo 13 cuentan con experiencia en instituciones de seguridad pública estatales o federales. En cuanto a la escolaridad, es necesario que los nuevos secretarios cuenten con nivel profesional, lo anterior es indispensable en un campo que requiere especialistas en el diseño de políticas preventivas. Los actuales secretarios de seguridad, si bien todos cuentan con estudios profesionales, al menos dos no habrían obtenido título profesional, cinco tienen únicamente competencias acreditadas por la SEP y nueve más obtuvieron títulos de licenciatura en instituciones que no figuran en padrones de calidad. En total, siete tienen estudios de posgrado: sólo uno tiene doctorado y seis maestría, de los cuales, dos son militares. Además de contar con las credenciales necesarias para encabezar la reforma a las instituciones policiales, aún pendiente, los nuevos secretarios de seguridad pública deben pasar la prueba de ácido de la honestidad. Su hoja de servicio en áreas de seguridad pública, debe estar libre de cualquier investigación o antecedente de corrupción, mal desempeño o abuso. Deberán demostrar que su patrimonio es congruente con los ingresos que han percibido como funcionarios públicos y declarar cualquier conflicto de interés que pudiera comprometer su gestión. Sin duda, hay quienes cumplen con el perfil; los gobernadores tendrán la última palabra.