No sólo es la peor elección presidencial que haya conseguido el PRI en su historia de casi 90 años, también es la que menos representantes le ha dado en las cámaras: apenas 45 diputados y 13 senadores, según la asignación al día de hoy. Están relegados a la cuarta fuerza y podrían convertirse en la quinta, si las impugnaciones avanzan. ¿Qué les queda por hacer ahí?, ¿cuál será su poder real y cuáles sus temas? Acaso intervenir en la inminente discusión del presupuesto, acaso hacer justicia a un pedido añejo de segunda vuelta electoral, aunque esto último parezca no tener mucho sentido hoy, ya que Andrés Manuel López Obrador obtuvo 53% de los votos y la legitimidad de su mandato es indiscutible.
La semana pasada, cuando Dulce María Sauri –ex gobernadora de Yucatán, presidente del PRI de 1999 a 2000 y diputada electa para la siguiente legislatura– advertía en una entrevista para la Barra de Opinión de ADN40 del panorama que le espera al partido más antiguo del país, ponía atención sobre un asunto que también El Heraldo de México explicaba en la portada de ayer: descentralizar el poder ejecutivo, mudar diversas secretarías y a su personal, para cumplir con una promesa explícita de AMLO durante la campaña, tendría un costo de 127 mil millones de pesos. Un dinero que desde luego, tiene que pasar por la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación. Ese presupuesto rígido y lleno de “gastos no programables” destinados a pagar deudas e intereses. Ese que a partir de hoy se ve enflaquecido por los 10 mil millones de dólares de deuda recién adquirida. Los mexicanos, debemos hoy una cifra cercana a los 80 mil pesos cada uno. Para muchos, eso es el equivalente al futuro hipotecado.
La siguiente será una legislatura histórica de verdad: por primera vez habrá paridad de género: 49 % mujeres y 51% hombres. Aunque lo que realmente debe importar, señalaba Sauri, es el reparto de las presidencias de las comisiones de trabajo más importantes. Si las de mayor injerencia en la vida política y social siguen estando en manos de hombres, de nada servirá la visión femenina en un congreso que sigue dando más poder a la tradición de mando masculino. Aquel “primero las mujeres”, que repetía José Antonio Meade durante la compaña, deberá ser atendido en serio, o no habrá seriedad. Y otro de los puntos que se ancla en ese tema es el de las trabajadoras domésticas (sólo 10% en ese rubro son hombres). Hoy, ni siquiera tienen acceso completo al sistema de salud pública. Hoy, las aportaciones patronales necesitan de una revisión de la Ley del Impuesto sobre la Renta. Hoy, millones de mexicanas son tratadas como de segunda, por la propia ley y por las instituciones.
El PRI aprenderá a la mala. Durante tantas décadas de gobierno fue incapaz de leer los deseos de un país que gestaba una revolución quizá más duradera que la armada: la de las urnas. La decisión colectiva de este nuevo reparto del poder tiene que servir para algo. Y significará, sin duda, un gran reordenamiento político radical. Así de sencillo.
¿Y qué le queda al PRI?
Durante décadas fue incapaz de leer los deseos de un país que gestaba una revolución más duradera que la armada