El polémico director de la Conade, Alfredo Castillo Cervantes, se despide de sus gestiones al frente del deporte nacional con la participación de la delegación mexicana en los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, Barranquilla 2018. Prometió 100 medallas. ¿Lo logrará?
Cuentan que aunque anunció que estaría en la justa deportiva, la prensa nacional no lo ha visto pasearse por ahí debido a instrucciones de la propia Presidencia de la República. Castillo Cervantes llega a su última justa deportiva en un completo bajo perfil, tal y como se ha mantenido durante los últimos dos años, desde aquellos inolvidables Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en los que acumuló más escándalos que medallas.
Aquella vez apareció de la mano de su novia Jacqueline Tostado, vestida con uniforme de la selección, pase preferencial y con el viaje a cargo de la Conade, mientras atletas como el boxeador Misael Rodríguez tuvieron que botear en microbuses para conseguir recursos que le permitieran asistir al mundial de Boxeo en Qatar y clasificar a los Juegos Olímpicos. Para mala fortuna de nuestros atletas y del propio Castillo, no se cumplieron los objetivos en el medallero.
Hablar de ese funcionario es hablar de una serie de fracasos y tropiezas en el gobierno de Enrique Peña Nieto y de una dinastía en el sexenio. Se trata de los “primos Cervantes”, pues los otros dos integrantes de la familia: Raúl Cervantes, ex procurador General de la República y Humberto Castillejos Cervantes, ex consejero jurídico de Los Pinos y uno de los hombres más influyentes del presidente, abandonaron ya desde hace un tiempo sus respectivos cargos en el gobierno federal, no sin antes causar polémicas en sus respectivos puestos.
Además, a Raúl y a Humberto se les frustró el plan programado con Peña de convertirse en ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Alfredo Castillo Cervantes, en tanto, terminó en la Conade como refugio político después de su tropiezo como Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral del estado de Michoacán, tras el levantamiento de las autodefensas contra el crimen organizado, donde tampoco le fue nada bien por escándalos de corrupción.
Ojalá esta vez no sea ave de mal agüero, pues en 2016 Castillo tuvo que retirarse de tierras brasileñas para que llegara ese histórico penúltimo día de competencias, en el que coincidentemente México consiguió dos medallas de plata (clavados y taekwondo) y una de bronce (pentatlón moderno), para culminar su participación con únicamente cinco preseas; ninguna de oro, por cierto.
Para Barranquilla, además de prometer un mínimo de 100 medallas doradas, se comprometió con el presidente por lo menos a darle un tercer lugar entre los países más ganadores del torneo.
Hoy parece que los atletas salvarán su honra si tomamos en cuenta que, en los dos primeros días de competencia, el himno nacional mexicano ha sonado ya en 12 ocasiones. Pero aún no puede cantar victoria.
El director de la Conade y su dinastía
Castillo Cervantes llega a su última justa deportiva en bajo perfil, como se ha mantenido durante los últimos dos años