Adriana Sarur: La celebración democrática

    La jornada del pasado 1 de julio resultó ser histórica. No sólo porque han sido las más grandes en el breve transitar democrático en México, al elegirse más de tres mil 400 cargos, sino porque también han sido las elecciones con la mayor participación ciudadana, al superar 63%. Por esto, lo de ese domingo se vivió como una verdadera fiesta democrática, donde de repente nos acercamos a una democracia electoral de primer mundo gracias a la amplia diferencia entre el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, con respecto a los demás contendientes y, también, por la responsabilidad de estos al aceptar la derrota, a pocos minutos del cierre de casillas. No queda duda: triunfó la democracia... Sin embargo, la tarea sigue siendo inmensa. Ahora es responsabilidad de todas las partes y, como ciudadanos, exigir a los electos la altura de miras necesaria para hacer que este hecho nos conduzca al fortalecimiento institucional y a la democracia sustantiva, indispensables para la transformación del país. Las expectativas, mías y de la mayoría de la ciudadanía, son altas y con ellas permea el deseo imperioso de un cambio real que el país viene clamando desde tiempo atrás. Estas expectativas tienen dos filos: de un lado es que, si se quedan cortas, la decepción es inversamente proporcional y; por el otro, si éstas las satisfacen, permiten seguir soñando. Yo me uno a la segunda concepción, porque quiero soñar en un país donde el combate frontal a la corrupción, estrechar las desigualdades y vivir en un México en paz sea posible. Y claro, desde nuestro ámbito de actuación, hacer lo necesario para que esto suceda. Celebro que el mensaje del presidente electo sea de estabilidad y unidad, ese mensaje que tanto requiere nuestro país. En estos días hemos visto sus reuniones con distintos actores, como los empresarios, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Enrique Peña Nieto para lograr una transición de gobierno tersa, adecuada y conforme al Estado de derecho. Los mensajes se han visto reflejados en el ánimo nacional, internacional e incluso en la arena bursátil y de mercado. Asimismo, se debe reconocer el trabajo del Instituto Nacional Electoral (INE), que si bien había generado algunas dudas, el 1 de julio dejó en claro su autonomía y operatividad, al garantizar el voto libre y efectuar los conteos pertinentes sin dejos de sospechas. También es de celebrar la paridad de género del próximo Congreso. Sólo resta ser conscientes que la democracia no terminó el domingo y que debemos de trabajar por el fortalecimiento de los marcos institucionales, acompañar la agenda nacional y vigilar el actuar de los recién llegados gobernantes para que juntos, sociedad y gobierno hagamos de éste el país que nos merecemos.     Adriana Sarur Diputada Federal @ASARUR