AMLO entre el Yin y el Yang

El contraste es brutal. De un lado la sonriente, entusiasta, bella cara de una estudiante que expresa su entusiasmo por Andrés Manuel López Obrador. Del otro, la dura advertencia de Paco Ignacio Taibo II, uno de los leales del mismo López Obrador: si una empresa trata de negociar o amenaza irse de México ante un presidente Lopez Obrador, "las masas" presionarán para que sea expropiada. Y aunque no tardó mucho en ser desmentido por Marcelo Ebrard, otro de los aliados de AMLO, y luego por el propio candidato, las dos caras de la campaña López Obrador caracterizan su naturaleza, su Yin y su Yang. El rostro de la joven, su llamado, es una invitación al cambio optimista  que todos deseamos ver en López Obrador, del significado que queremos dar a sus palabras y sus planteamientos. La otra, aunque modulada ya por un rechazo, es también lo que muchos vemos o creemos ver en AMLO. Un cambio sin sentido para peor, una formulación autoritaria donde solo valgan las decisiones desde el poder. Las palabras de Taibo, sin los condicionales que las precedieron, casi hicieron innecesaria la campaña de temor que AMLO provoca de manera automática, sin necesidad de la intervención de sus rivales. Como las expresiones de rechazo al Partido Revolucionario Institucional (PRI), consideradas embargo ejercicio de libertad de expresión. Convertido en un ave de tempestades políticas, Lopez Obrador evoca ilusiones y provoca desilusiones. Pero hoy por hoy es el hombre a vencer y todo apunta a que solo él o sus aliados pueden provocar su derrota. Lo mas probable es que AMLO esté en algún lugar entre los dos extremos, ansioso quizás de lograr hacer esa ilusión que provoca el entusiasmo de los hartos del sistema y de presuntos sectores de izquierda; pero a quince años de haber iniciado su camino a la presidencia, ahora está temperado por realidades y la necesidad de construir coaliciones. El rostro optimista y la faz amenazante son los platillos de la balanza que AMLO deberá equilibrar si logra llegar a la presidencia. Parte porque el rostro benevolente es el que desea ver una buena parte de sus presuntos votantes, hartos de corruptelas, ineficiencia, impunidad, violencia y autoritarismo; parte porque el otro es el que desean ver quienes se congregan bajo su bandera con ideas reminiscentes del bolchevismo y la ilusión de la dictadura del proletariado. Unos y otros tienen sus razones. De acuerdo con una encuesta de la empresa IPSOS, un 84 por ciento de los mexicanos cree que el país se encuentra en el camino equivocado; 81 pc vería bien un "hombre fuerte" que rescate a la nación de lo que les parece el abismo. No todos ciertamente estamos de acuerdo con el deseo de López Obrador como mandatario; muchos lo consideramos la solución. AMLO, o sus competidores, deberá gobernar para todos los mexicanos y comenzar el movimiento hacia un contrato social que ofrezca la seguridad y la severidad de la ley pero también la certidumbre de la justicia. Los balances son difíciles.