Es comprensible que la Secretaría de Relaciones Exteriores haya llamado a consultas a la embajadora de Estados Unidos en México.
Roberta Jacobson representa, después de todo, al gobierno de su país.
Formalmente, es lo que debía hacerse: pedir explicaciones por la decisión estadounidense de enviar tropas a la frontera común.
Pero hace rato ya que los puntos más importantes y sensibles de la relación entre EU y México no pasan por las embajadas respectivas. Actualmente los llevan y los abordan el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y el asesor especial del presidente Donald Trump, su yerno Jared Kushner, con la participación de encargados de seguridad y de negociaciones comerciales.
Así que la pregunta no es qué le dijo la SRE a Jacobson –o la respuesta–, al margen quizá de quejarse porque la diplomática haya irritado a algún irritable por haberse expresado sobre causas como los asesinatos de periodistas o problemas de derechos humanos.
La pregunta real, en toda esta seudocrisis inventada por el gobierno estadounidense, es lo que Videgaray ha dicho a Kushner y viceversa.
Porque sabemos que Jacobson decidió dejar la embajada hace ya tres semanas y que desde entonces hizo saber que su último día como representante oficial estadounidense sería el 5 de mayo. Pero sabemos que en sus últimas visitas los funcionarios del gobierno estadounidense –Kushner incluido– hicieron a Jacobson de lado.
Y de paso que ya hace rato buscaban la forma de deshacerse de ella: nombrada por Barack Obama, experta en la relación bilateral, representante de un cuerpo diplomático que ha llevado el peso de la ignorante fanfarronería de Trump y pagado el costo por no estar de acuerdo con ellas.
Quisiera pensar que Videgaray llamó a Jacobson como una formalidad sobre la situación de las relaciones y tal vez para darle las gracias por tratar de mantener un mínimo de normalidad a pesar de su situación y su Presidente.
Tal vez sea demasiado pedir. Pero el hecho es que Donald Trump no es EU; representa quizá una parte importante, pero no, ni de lejos a todo el país o a todos los estadounidenses. Sabemos que Jacobson trataba de representar al gobierno de su país, pero no los caprichos de su Presidente.
Y también que tiene un compromiso, como ocurre con otros ex embajadores de EU –Antonio Garza y Carlos Pascual– que hacen aquí parte o toda su vida personal y que hay otros -Jeff Davidow, Earl Anthony Wayne, John Negroponte y Jim Jones- que mantienen un continuo vinculo con este país. Trump es un problema temporal. Puede durar quizás hasta seis años más, si los estadounidenses lo aguantan y no deciden sacarlo de la Casa Blanca al no reelegirlo o por impugnación.
México y Estados Unidos seguirán siendo vecinos después de eso y por fortuna habrá gente como Roberta.
Pero, por lo pronto, lo verdaderamente interesante está en los intercambios entre Videgaray y Kushner. Ellos son los que llevan el peso de la relación.