Hasta los empresarios agachones que participan en la renegociación del Tratado de Libre Comercio se muestran envalentonados después de la respuesta del presidente Enrique Peña Nieto, a las agresiones verbales del presidente Donald Trump.
Y es que los hombres de negocios agrupados en todas las cofradías (Coparmex, CCE, CMHN et al) que están atentos en el “cuarto de junto” llevaban desde agosto del año pasado – cuando iniciaron las rondas de negociaciones con Estados Unidos de Canadá—con la “pata en el pescuezo”, “con la soga al cuello” y aguantando las amenazas y humillaciones del secretario de Agricultura norteamericano y del representante comercial y del mismísimo Trump, y nunca dijeron “esta boquita es mía”. Y por más que el respetable les gritaba que se portaran como hombrecitos, aquellos callaron argumentando que no podían hablar para no afectar el rumbo de las pláticas.
Después el mensaje del jueves del presidente Peña Nieto, ampliamente difundido, comentado y apoyado por todos los sectores de la población y hasta por los candidatos presidenciales, el presidente de los “cupuleros” Juan Pablo Castañón agarró valor y dijo: No queremos negociar el TLCAN con una serie de amenazas y una “soga al cuello”. A su vez, el presidente del Consejo Mexicano de Negocios, Alejandro Ramírez, respaldó la posición de Peña y consideró necesario que el gobierno estadunidense sepa que no puede usar el TLCAN como una herramienta de negociación para endurecer sus políticas migratorias. (Por cierto, casualmente el gobierno de Estados Unidos pospuso la octava ronda de negociaciones del TLC AN prevista del 8 al 16 de abril en aquel país).
Bueno, los empresarios no han sido los únicos oportunistas políticos. Ahí tenemos a los miembros de la CONAGO, al rector de UNAM, y hasta al secretario de Salud, José Narro, quien destacó la inteligencia y sensibilidad política del presidente Peña, y ya encarrerado quiso completar el texto del primer mandatario con la siguiente frase: Nada por trascendente que parezca, nadie por importante que se asuma, se puede colocar por encima de nuestra dignidad”.
¡Ay oportunistas!