Armando Ahued: La lectura como antídoto para la descomposición social

Este año se cumplen dos décadas del inicio de un programa que trajo muchos beneficios a los habitantes de la Ciudad de México y que merece ser impulsado nuevamente: “Libro Club”. Acercó la lectura y la cultura a quienes estaban alejados de ella, permitió la convivencia entre vecinos, reconstituyó el tejido social en algunas zonas marginadas e hizo comunidad.

El sistema creado por el poeta Alejandro Aura, contaba con un espacio de mil 200 Libro Clubes que contaban con un acervo bibliográfico que prestaban a quienes se registraban como miembros y entre los que posterior a la lectura de un ejemplar se hacían tertulias que contribuían a la creación y fortalecimiento de relaciones entre las personas.

Los Libro Clubes, una experiencia sin igual en México, también se caracterizaban por ofrecer actividades lúdicas y recreativas como lecturas en voz alta y cuentacuentos.

Con el paso de los años se fueron extinguiendo y cada vez es más raro ver los letreros que antes había en casas particulares, cocheras, tiendas, estacionamientos, módulos de policías y casas de cultura. Hoy solo sobreviven 380. Por eso retomo este modelo y me parece importante hacerlo resurgir, extenderlo tanto en la capital del país, como en otros estados.

Si bien es un programa que requiere presupuesto para dotar de material y capacitar al titular de cada Libro Club, su nobleza también consiste en que el esquema permite adoptar mecanismos que no resulten onerosos: intercambios de libros, convenios con universidades e instituciones culturales, donaciones y voluntariado.

De hecho, los Libros Clubes abren sus puertas gracias a la participación ciudadana, porque los responsables de cada uno de éstos, son personas con interés en su entorno, en la cultura y, por supuesto, en la lectura.

De acuerdo con el último conteo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía realizado en 2015, la Ciudad de México está habitada por casi nueve millones de personas, de manera que, lo ideal sería que hubiera cinco mil Libro Clubes, cada uno de ellos atendiendo a mil 800 usuarios.

Claro que esta cifra suena exorbitante si partimos de la idea que no toda la gente está interesada en los libros, en conocer autores, corrientes literarias; la geografía también pudiera ser un impedimento. Sería suficiente hacer crecer el número de Libro Clubes a mil, para que en cada una de las 16 próximas alcaldías haya espacios de lectura y se incremente el número en las zonas donde exista mayor deserción educativa

De esta forma, se haría una gran promoción a la lectura, las actividades culturales incrementarían sobre todo en circunscripciones que requieran mucha mayor atención a la infancia, adolescencia y juventud. Dicho programa es una manera de evitar que los integrantes de algunos sectores de la población se unan a las filas delincuenciales.

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