Autos y más: TLC y la industria automotriz

La verdad, amigo lector, esperaba no volver a hablar de este tema por lo menos durante algunas semanas, sin embargo, los últimos acontecimientos generados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, me obligan hacer una importante reflexión sobre el particular.   El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC, NAFTA) ha constituido para los tres países firmantes, una excelente herramienta de inversión por parte de las industrias armadoras, porque en conjunto los mercados de México, Estados Unidos y Canadá representan una apetitosa rebanada del pastel mundial.   Derivado de ello, los tres países han recibido los últimos años inversiones representativas en plantas automotrices que han derivado en creaciones de empleo, inversiones directas, inversiones indirectas, y lo más importante, en generar productos de alta calidad muy competitivos a nivel mundial. De hecho, los precios de los autos en América son mucho más accesibles que en Europa o Asia.   Estamos ahora con sentimientos encontrados, por un lado parecía que las negociaciones del TLC habían avanzado con un buen rumbo para tener un mejor acuerdo más moderno y equitativo para todas las partes, y por el otro, un despliegue de tropas en la frontera por parte del gobierno de EU en directa agresión contra nuestro país, y la adecuada respuesta del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, sobre el tema, incluso, de llamar la atención el espaldarazo de los cuatro candidatos a la Presidencia de la República.   Es muy frustante tener que aprender a vivir con la ignorancia del Presidente del país más poderoso del mundo, con sus formas de operar y con su verborrea tuitera. Es bien entendido por todas las partes que el tratado ha generado beneficios para los tres países, no sólo en inversiones y creación de empleos, también, como lo dije antes, con automóviles y camiones a precios muy competitivos.   Desde antes de dicho tratado, México ya era un país en donde empresas internacionales habían invertido para promover la manufactura, inversión que redituó para paí- ses como Alemania, Japón y, obviamente, Estados Unidos.   Al parecer ya tendremos un final para las negociaciones, esperemos que impere la razón y se ajusten las formas para que la industria automotriz, uno de los principales motores del PIB mexicano, continue con las condiciones de competitividad adecuadas para ver a América del Norte como una región sólida y que permanezcan las inversiones y la competitividad.   Sin embargo, con guerra comercial contra China y sin Tratado de Libre Comercio, únicamente vemos que los que pagaremos el pato seremos los consumidores de los tres países.   La situación es impredecible al depender de una cabeza de Estado irracional, racista y con visión poco objetiva.   JOSERA@MVS.COM