Castigo

Sólo peor que una mala estrategia, es un diagnóstico equivocado, porque los errores se vienen en cascada.   Eso parece estar sucediendo en el cuarto de guerra –o de situación, como le llaman también- del candidato José Antonio Meade.   Un mal diagnóstico de la elección, los ha llevado de forma sistemática a tomar decisiones equivocadas, delinear estrategias incorrectas que no fructifican, enfrascarse en pleitos que no les benefician y a poner temas imposibles de capitalizar.   Los estrategas del candidato del PRI-Verde-Nueva Alianza parecen no ver que la elección no se trata de AMLO, contra quien primero enfilaron baterías comparándolo con Hugo Chávez; mucho menos de Anaya, a quien trataron de bajar de la contienda acompañados por una PGR con tacto de elefante; ni de Meade, sus cualidades y honestidad. La elección se trata del PRI y de Enrique Peña Nieto. Y ahí, el costal que el candidato tricolor carga es tan pesado que no lo deja avanzar, vaya, ni siquiera moverse.   La elección no es sobre si AMLO es un “peligro para México”, ni sobre el patrimonio de Anaya, ni la experiencia de Meade. La contienda va sobre echar al PRI, sobre castigar al partido que gobierna, sobre pasarle la factura de seis años de escándalos, de gobernadores que saquearon estados, de estafas maestras que no fueron castigados, de cloacas como Odebrecht que continúan sin castigo, de socavones que se mantienen impunes…   Por eso Meade, con todas las virtudes que se le cuelguen o reconozcan, está contra las cuerdas.   Ni toda su honestidad y buen nombre pueden hacerlo cargar 60% de voto de rechazo de un partido (encuesta Mendoza Blanco & Asociados) con el que no corta el cordón y el bajo índice de aprobación de un presidente –que no llega al 20%- del que no se puede desmarcar, entre otras razones, porque fue quien lo hizo candidato.   Meade puede seguir hablando de combate a la corrupción o estabilidad económica, pero de poco importará. Pocos lo están escuchando porque, en realidad, pocos quieren hacerlo. El equipo del candidato priista no encuentra por dónde. En corto algunos de quienes forman parte de la burbuja, incluso, se muestran desesperados y frustrados. Entendible.   ¿Cómo entender que sea el candidato que más propuestas ha hecho y que ninguna de ellas haya conectado ni sea recordada por el electorado? Fácil. La elección no se trata de él. La contienda es sobre el PRI y Peña Nieto. Y ahí los mexicanos ya tomaron una decisión. Lo hicieron mucho antes de 2018, y antes de que Meade fuera candidato.   Esas mismas razones son las que tienen a AMLO punteando cómodamente. Entendió mejor que nadie que 2018, a diferencia de 2006 por ejemplo, no se trata de él, o al menos no todavía. Esta elección es, antes que otra cosa, de premio o castigo para el partido que hoy gobierna.   En todas las encuestas, 8 de cada 10 mexicanos prefieren cambio sobre continuidad. Meade representa la segunda opción. Eso no parecen haberlo entendido en su cuartel. Si no ajustan la estrategia ya, en 85 días se toparán con esa realidad.   -Off the record   No agresión. Por ahora ese es el único acuerdo al que llegaron emisarios de Anaya y Meade. ¿Por cuánto tiempo? Quizá hasta que el primer debate los enfrente, pero ya hay, al menos, un canal de comunicación abierto.