A pesar de que ciertamente los resultados no le ayudaban y la caída de su equipo en las últimas semanas ha sido estrepitosa, era más conveniente mantener a Rafael Puente como técnico de los Lobos, cuando faltan solamente cuatro jornadas para que termine el torneo.
Rafael fue congruente con su forma de concebir el juego. Como comentarista de televisión se declaró partidario del futbol proponedor y como técnico lo puso en práctica con planteamientos abiertos, a veces exageradamente, si consideramos la delicada situación que siempre ha acompañado a los universitarios desde que ascendieron, bajo su liderazgo, a la Primera División. Creó un grupo humano solidario, con el toque humano que lo caracteriza.
Ganó crédito suficiente, dejó una excelente impresión en el medio, dio repetidas muestras de capacidad, y tendrá chamba en el futuro. Seguro.
Parece mentira, pero hasta el momento, el Veracruz ha sabido sacar mejor provecho a la goleada que le infligieron los licántropos el 24 de febrero pasado. Guillermo Vázquez logró levantar a los escualos, mientras que Rafa no consiguió que sus pupilos mantuvieran el alto nivel mostrado aquella tarde en la capital camotera.
A propósito del conjunto porteño, la justicia obró a su favor con la rectificación del árbitro Jorge Isaac Rojas, que había marcado un penal inexistente en contra de la causa jarocha en el último minuto de su duelo del domingo pasado ante Tijuana. Ni la limpia e impetuosa salida con los puños de Melitón ni un insignificante movimiento del brazo de Paganoni ameritaban semejante marcación.
Quisiéramos saber por qué se le ocurrió marcar la pena máxima y qué lo orilló a consultar al árbitro asistente, quien, acaso apercibido por El Pistolero Manuel Glower, lo sacó del error.
Cambiando de tema, mientras los equipos abajeños se matan por no quedar en último lugar de la tabla de cocientes, esta semana inicia la liguilla de la Segunda División con ocho escuadras, de las cuales sólo cuatro tienen derecho a subir a la Primera: Atlante, Universidad de Guadalajara, Celaya y Dorados.
Si ninguno de estos cuatro equipos logra llegar a la Final contra los Alebrijes de Oaxaca, ganadores sin derecho a ascenso del torneo anterior, automáticamente se salvará el peor equipo del máximo circuito, consumándose así una de las más grandes infamias del antideportivo sistema de competencia del futbol mexicano, cuyo reglamento fue cambiado descaradamente en pleno torneo.
En ese momento, el dueño del Veracruz o el dueño de los Lobos pagarán la penalidad que les dará la garantía de quedarse en Primera. O sea, “desciendo”, pero me quedo donde estoy. Eso se llama comprar la permanencia. ¡En dónde se ha visto! Sólo en el futbol mexicano se pueden documentar tales disparates.