México no puede ser una potencia con un presidente que se comporte como Andrés Manuel López Obrador .
Su falta de respeto a la formalidad, manifestada con su desatención en el tema de los departamentos que siguen a su nombre en el Registro Público de la Propiedad —a pesar de haber juicios para que pertenezcan a sus hijos—, es un reflejo del país mediocre que tiene en mente para cuando nos gobierne.
Veámoslo. Si un extranjero quiere adquirir un inmueble en México, la única forma que tiene de comprobar que quien lo vende es efectivamente el dueño es a través de lo que está inscrito en el Registro Público de la Propiedad. Si en el Registro aparece un nombre distinto de quien desea venderlo, el extranjero nunca lo compraría.
Tan simple como eso. Para todo fin práctico los departamentos de los hijos de AMLO no son de ellos, sino de él, como afirmó José Antonio Meade en el debate. Debido a que AMLO es el titular registral y dada la separación de facto que existe entre los juzgados y los registros públicos del país, los departamentos continúan bajo su propiedad.
AMLO se está comportando como si viviéramos en un pequeño pueblo, donde no hace falta inscribir en el Registro Civil la muerte de una persona porque todo mundo asistió al entierro. Pero alguien que anhela ser Presidente no puede compor- tarse así, porque esa conducta implica un desprecio por la formalización de los procesos básicos que dan certeza jurídica a la convivencia de una sociedad avanzada.
Con su actitud y descuido, AMLO nos está prometiendo un eterno país del “ ya merito ”. En el país del “ ya merito ” es innecesario obtener el resultado adecuado en el examen de matemáticas, porque la maestra otorga puntos por un “procedimiento” mediocre.
Es un país en el que se llorará eternamente por penales de futbol que a nuestra consideración estuvieron mal señalados. Es la nación en la que en los juicios testamentarios le aparecen dos esposas del muerto, porque resulta que ambos matrimonios siguieron vigentes en los registros civiles de dos entidades federativas.
La premisa básica para que un país se desarrolle es que las transacciones ciudadanas sean formales y públicas frente a los demás: nacimientos, fallecimientos, herencias, compra-ventas de inmuebles, donaciones, etcétera.
Todas esas transacciones deben asentarse en un sistema público de información. Minimizar su importancia debería escandalizarnos, y que lo haga un candidato a la presidencia debería ser suficiente para eliminarle de las aspiraciones colectivas para que nos gobierne.
Miércoles 11 de Diciembre de 2024