Lo educativo será parte de la agenda electoral, aunque no necesariamente por las razones correctas.
Como todo lo que sucede este año, lo electoral pretende reducir cualquier tema a un asunto de “votos”.
Resulta inocente imaginar que esta efervescencia no tocará el interés supremo de la niñez y juventud, y su derecho a aprender.
A continuación comparto tres motivos que me llevan a pensar que lo educativo puede definir, si no la elección en este momento, sí al candidato que pretenda enfrentar a Andrés Manuel López Obrador: Primero, AMLO fue el primero y, probablemente el único hasta ahora, en pronunciarse claramente respecto a la transformación educativa: no la quiere y propone una contrarreforma. Utiliza a los maestros como “coartada”, aunque en realidad coquetea con las cúpulas sindicales para regresarles el control total sobre “el magisterio”.
Apuesta por el control corporativo de los docentes, y para ello quiere eliminar el concurso de ingreso y permanencia al Servicio Profesional Docente.
Con su propuesta ya forzó a que sus oponentes se definan, porque polariza al electorado. Segundo, la elección presidencial se definirá en lo local.
Las nueve gubernaturas en juego concentran 40% del padrón electoral. La centralización de la nómina docente en 2014 a través del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y el Gasto Operativo (Fone), significó cerrarle la caja chica a los gobernadores.
Al día de hoy, el gasto en educación en los estados representa entre 45 y 55% de su presupuesto estatal. Entre 2015 y 2016 se redujo el gasto en comisionados sindicales en un 99% y para 2017 ya no se pagaba con recursos federales a ninguna persona adscrita al sindicato.
Todo esto sucede con la nómina federal en los estados, pero la estatal aún debe ser depurada. Tercero, la fuerza del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación ya no es la misma.
Durante años, elección tras elección, el SNTE y la CNTE vendieron su apoyo al mejor postor a cambio de prebendas. Esto ya no funciona como antaño, porque la estructura esta “rota”, los concursos de oposición de ingreso y desempeño docente la resquebrajaron.
Para ilustrarlo, en Jalisco, uno de los estados con el padrón electoral más grande, 40% de sus directores de educación básica ganaron su nombramiento por concurso, ¿por qué habrían de apoyar cualquier consigna venida desde sus supuestos líderes?
Lo mismo sucede con Oaxaca y la sección 22. Los candidatos quieren votos; los ciudadanos, gobernantes que garanticen el derecho a aprender de la niñez y juventud en México.
El tema educativo puede influir en quién sea el próximo presidente, busquemos que sea por las razones correctas. Y ahí sí: “Haiga sido como haiga sido”.
Jueves 12 de Diciembre de 2024