Alejandro Poiré: Segunda vuelta en 2018

La idea ha estado rondando nuestra política desde hace un buen tiempo. Hace menos de quince días, en entrevista con Carlos Loret, Felipe Calderón la volvió a promover, como reforma constitucional, incluso para este ciclo electoral, “si todos los candidatos están de acuerdo”. La realidad es que ya no hay tiempo para dicho cambio, ni pareciera que hay ánimo de acuerdo entre las fuerzas políticas. Pero la idea no es deleznable. Incluso para esta elección. Todo lo contrario, está en manos de los propios votantes hacerla realidad. Me explico.   Me preguntaron en redes sociales cuál es mi opinión respecto al voto nulo, y ahí adelanté alguno de estos argumentos. Cierto es que no vivimos, en parte gracias a la reforma política impulsada por el propio Calderón desde diciembre de 2009, un movimiento anulista como se vivió en aquel año y se reeditó en el 2015. Pero la idea sigue vigente, como en casi todas las elecciones, por la insatisfacción de muchos votantes con alguna de las cinco opciones disponibles en la boleta electoral. No invalido la decisión de anular el voto, pero creo que es precisamente en esta circunstancia donde se hace necesaria la segunda vuelta en nuestra propia decisión individual.   Me parece cuestionable la anulación del voto no solo porque es el derecho esencial e indispensable que tenemos las personas de contribuir a la construcción de nuestro futuro colectivo, sino especialmente porque lo que estamos haciendo al votar por presidente no es simplemente expresar una preferencia. No es como ir al estadio de beisbol con gorra de los Yankees a festejar los jonrones de Gary Sánchez o Aaron Judge. Es decidir quién es el Comisionado de la Liga y quién cuida el deporte y el espectáculo. Es, pues, elegir quién gobierna. El efecto en la votación de Congreso es más sutil, y otros lo han explicado con suficiente detalle, pero basta recordar que por la regla de representación proporcional, anular el voto para diputados o senadores le da ventaja al ganador. Ello hace poco sensato anular. Si la opción que va en primer lugar no me gusta, debo tener claro que si anulo mi voto le estoy dando ventaja a esa opción, y por lo tanto quizá prefiera votar por otra alternativa, aunque tampoco me convenza del todo. Es por eso que la lógica de anular para protestar acaba teniendo un efecto contrario a su motivación porque fortalece al líder.   En la elección presidencial el efecto es mucho más directo. Si se anula el voto, se pierde la oportunidad de mover la balanza entre las opciones que tienen más posibilidades de ganar. Lo mismo pasa, de hecho, si se vota por alguna de las alternativas que van en tercero o cuarto lugar. Cierto es que las encuestas son solamente fotografías de cómo está la opinión en el momento que se toma. Pero también que reflejan con claridad las probabilidades de triunfo, particularmente de quienes puntean las mismas.   Así se perfila ya esta campaña. Como una oportunidad para que las personas, en su mente y su convicción, hagan la segunda vuelta electoral, y voten respondiendo estas preguntas: aún asumiendo que no me parecen opciones idóneas, de los dos punteros ¿quién me convence más?, ¿quién debiera encabezar el gobierno federal?   Alejandro Poiré Decano Ciencias Sociales y Gobierno Tecnológico de Monterrey 28 de abril, 2018 @Alejandro Poire